Sunday, November 25, 2012

El barrio: El isleño

                                                            fotografia: Geysa Chirino

Hubo una vez un hombre que tomo un barco y cruzo el océano. Desembarco en una ciudad que lo deslumbro desde el primer instante de pisar su suelo. Ese hombre vino de una isla y llego a aquella otra isla y el olor a frutas a frijoles negros a negras y el aire lo hicieron creer que al fin toco puerto en su destino final. Y el hombre camino y miro y escucho y vio los colores y los pájaros y comió tamales y carne de cerdo y se dispuso a trabajar que era lo único que sabía hacer. Y tomo en sus manos un martillo y un  serrucho y una pala y un cincel y le dio forma a la madera y pavimento la tierra y clavo puntillas como aferrándose a ese destino deslumbrante que le había dado en el rostro. Cambio las alpargatas por zapatos y tocaba el acordeón cuando la nostalgia lo enfermaba. El hombre conoció a una mujer que no sabía leer ni escribir y construyo una casa. Con maderas rescatadas levanto el techo y pinto las paredes de color naranja y armo un portal como un ajedrez en blanco y negro. La mujer supo parir y pario una hija y después otra y otra, que crecieron junto a las maderas,  las herramientas y los caracoles que acumulaba en un misterio indescifrable. Y un día el hombre comenzó a levantar una construcción extraña junto a su casa y surgió un castillo que cubrió de caracoles, de santos y vírgenes y campanas donde anidaban los pajaron del verano. Después ese hombre cuidaba su capilla y pedía arrodillado a sus vírgenes y el barrio entero venia a postrarse humilde y miserable  porque pedir era la única esperanza de los que no tienen esperanza. Y llegaban las ofrendas, las flores y los tabacos y los pájaros se iban de los nidos y arribaban  otros pájaros y hacían otros nidos. El barrio cambiaba y las hijas del hombre traían hijos y maridos y el hombre solo frente a la virgen, recordaba a la mujer que nunca supo escribir su nombre y dejo aquel espacio imposible. Entonces el tiempo se fue escurriendo traicionero y pertinaz por entre los muros y surgieron las primeras grietas, a las que nadie presto atención, porque los dolores cotidianos no dejaban espacio para caracoles y de las vírgenes se acordaban cuando todos los otros remedios eran  inútiles. El hombre dejo de ser hombre para convertirse en un viejo y la mente a irse por caminos de otros mares y fue un niño y fue la nada hasta que un día durmió debajo de  la tierra que lo deslumbro y nunca más dejo. Entonces de el quedo aquella capilla cubierta  de caracoles que se desprendían y caían al suelo precipitándose a un fin inminente y solitario. Y las hijas y los hijos de las hijas y los maridos de las hijas fueron desparramándose por lugares de este mundo y la capilla solitaria se fue resquebrajando, se fue muriendo como un gigante herido y solo, con  nidos viejos y vacios. Y cuentan los que todavía pasan por allí, que algunas paredes aun resisten el embate del tiempo y la desidia de los que no les importa nada. Dicen que las vírgenes desaparecieron y que el barrio olvido que hubo un tiempo que les pedían a ellas en sus  ultimas  esperanzas  y sus miserias. Dicen también que junto a las paredes que aún quedan construyen casas donde se hacinan gente desconocida y sin memorias. Eso es lo que todavía queda de aquel hombre que un día cruzo el océano. Del que dejó su isla y llegó a otra.


Sin agua



En Jerusalén, el Santo Sepulcro padece de sequia. La compañía Hagihon, que administra el agua de la ciudad, presento a los responsables de la iglesia una deuda de casi tres millones de euros, por el consumo de los últimos 15 años. Ahora los greco-ortodoxos le prohibieron el acceso a los representantes de la compañía del agua y amenazan con cerrar el sepulcro, que es visitado por tres mil personas diarias y en Semana Santa por más de 20.000 fieles. Así están las cosas, además de todos los otros problemas entre la Franja de Gaza y Palestina. Resulta que el lugar donde murió supuestamente el hombre más importante de todos los tiempos, no tiene agua para descargar toilettes y urinarios. Porque no pagan. Los cristianos del mundo podrían ver las puertas de tan importante iglesia cerrada con un cartel que diga: cerrada por no pagar el agua. Todo cuesta y todo se paga. La fe se paga. La historia se paga. El morbo se paga. Y si la caca se acumula, no hay iglesia ni fe que la aguante. Pero para todo hay una solución. De alguna manera se resolverá. Volverá a correr el líquido por las tuberías y la fe, otra vez ganara la partida. Y así seguirá todo. Y las bombas seguirán, y los disparos seguirán y los muertos seguirán. Pero tengamos fe. Que corra por las venas, como el añorado líquido. Pero antes,  paguemos, por favor, ¿si?


Thursday, November 22, 2012

El barrio: Antonio Boy



Antonio Boy era el jefe del Comité de mi cuadra. Un viejo terrible, que a todos los muchachos nos causaba fastidios constantemente.  Vivía en la casa de la esquina rodeada de arboles y hierbas por todos lados.  Tenía dos nietas muy lindas, intocables para nosotros. Era un viejo esclerótico y revolucionario, siempre vigilando, metiéndose en donde nunca lo llamaban. Caminaba encorvado hacia delante,  molesto, como si toda la cuadra viviera las 24 horas cometiendo errores.  Daba órdenes gesticulando como si fuera el mismo Fidel Castro. Cuando llegaron los trabajadores que iban a pavimentar nuestra calle, con bulldozers, camiones, un cilindro amarillo y otros instrumentos,  fue una fiesta para nosotros. De pronto, la calle comenzó a transformarse en lomas de tierra y gravillas que los camiones dejaban en cualquier parte.  Aquellos hombres desconocidos abrían huecos, gritaban y el polvo llenaba las casas de una capa blanca, imposible de eliminar.  Y el viejo Antonio Boy a gritarnos a todos, dando órdenes inútiles, peleando hasta con los obreros. Un día sin explicación alguna no volvieron más. Mi calle parecía un animal enfermo, desahuciado. Recuerdo el silencio  encima  de  las lomas de tierra que eran las delicias de todos nosotros. Envuelta en polvo y fango quedo como un insecto gigante, solitaria y abandonada, la bulldozer amarilla. La  primera sensación que sentí cuando tímidamente me subí a las inmensas esteras de hierro que formaban las ruedas es casi la misma cuando después de tanto tiempo me he acercado a alguna de esas maquinarias. Antonio Boy se convirtió en el celador de la maquina. Desde su casa nos vigilaba y venia gritando y levantando los brazos amenazadoramente. Corríamos todos riendo y gritándole ¡Antonio Bollo, Antonio Bollo chivatón!, hasta que lo perdíamos de vista. Un día no fui a la escuela, no recuerdo si estaba enfermo u otra cosa. Lo cierto es que la bulldozer fue solo para mí. Movía todas las palancas, haciendo ruidos con la boca imaginándome en acción, cuando sentí una mano que agarraba mi tobillo. Creí que me paralizaba cuando vi al viejo Boy. No corras, ven acá, me ordeno. Fui con él hasta su casa. Me pidió que me sentara en el portal y entro. No sentía miedo, solo curiosidad. Regreso con una caja de cartón y me mostro viejas fotos de él en un ring de boxeo. Fui campeón en esa época, me dijo. Ganaba por knock-out.  Tenía el puño de hierro. Cerró el puño y temblando, me tiro suavemente un gancho al mentón. Yo reí. Subí al ring con Kit Gavilán, que me gano por puntos, me conto  como si soñara. Cuando tú seas un hombre, dijo con un hilo de voz, con esa estatura que tienes vas a derribar al primer cabron que se te meta por delante. Sonrió. Yo también sonreí.  Recuerdo aquel día como si fuera hoy. Sus palabras   parecían  que venían  de lejos, limpias  de la amargura que siempre usaba con nosotros. Mostraba unos dientes amarillos y grandes con manchas de color chocolate. Después me dio dos ciruelas de la mata del patio y un mango filipino.  Todos lo odiaban en el barrio. Siguió gritándonos y persiguiéndonos  hasta que nos fuimos haciendo mayores y lo olvidamos. Nunca he preguntado por el a nadie. Creo que por muchos años no había pensado en Antonio. Hoy lo recuerdo y siento de alguna manera aquella tarde, el olor a humedad que emanaba de la caja de donde  cuidadosamente extraía las fotos amarillentas y sepias. En este instante rememoro  aquellos  deseos de ser constructor y boxeador. Después, todo se pierde o se esconde en una nebulosa del tiempo  y de otros recuerdos. Hoy en  mi memoria es Antonio Boy, el chivato revolucionario, el viejo loco, mandón y boxeador que aquella tarde me mostro las fotos más importantes de toda su vida.


Guyana 1978



El 18 de Noviembre de 1978, en Guyana, se suicidaron tomando Koolaid con cianuro de potasio 918 personas, de las cuales, casi 300 eran niños. Jim Jones, su guía espiritual, los congrego en ese lugar que bautizo con el nombre de Jonestown, para apartarse de la sociedad y vivir en unión con el espíritu, las drogas, la agricultura y la dictadura que el fomentaba con la mayoría de enajenados mentales que lo seguían. Digo la mayoría, porque hubo un pequeño grupo que se desligo de él  y denuncio los abusos cometidos. Lo demás es historia. Cuando eso sucedió yo tenía 17 años y aunque era una  edad en la que  muy pocas  cosas  te conmocionan verdaderamente, recuerdo nítidamente  las noticias y los comentarios de amigos y familiares.  Me resulta muy difícil, tratar de comprender el tipo de mentalidad que se deja influenciar de una manera tan enloquecida por un hombre. Yo me aparto de las  hordas. Cuando veo esas iglesias, por ejemplo, con cientos de personas creyendo ser tocadas por el Espíritu Santo, enajenadas, desmayándose al simple roce de la mano del pastor de turno, además de verlo como  un espectáculo circense de mal gusto, me pregunto si son tan ignorantes que no se dan cuenta de la farsa. No, por supuesto que no se dan cuenta. Y como apoyando la idea se suman a sus filas personas con una educación elevada. Siempre parto de la primicia de que cada cual debe hacer lo que le venga en gana. Pero (y es solo mi opinión personal)  esas personas capaces de dejarse embaucar por esos llamados líderes espirituales, podrán tener la educación mas calificada  y aun así no son más que educados  ignorantes. Si realmente alguien tiene la fe, el amor por Dios, y cree en su palabra,  o sea, en La Biblia, (que fue escrita por otros hombres),  y siente que el todo lo puede y está presente, etc, etc y todas esas cosas que esgrimen los creyentes,  el solo hecho de seguir a  esos que se autoproclaman venir en el nombre del Señor, ya es una falacia. Seguir a un hombre seria ir contra los mandatos de Dios. Ese es  el primer error del religioso. La religión es una mentira muy bien estructurada para mantener a los hombres con miedo. Un hombre temeroso nunca es un hombre libre. Y todas las religiones se basan en el temor, el castigo, y la fe. Fe es una palabra complicada. La asocio a la ignorancia. Yo también soy un ignorante, pero sin fe. No me gusta que me digan que para aceptar algo o entenderlo tengo que tener fe. Yo prefiero tener conocimiento. La fe es muy ambigua. 34 años atrás, Jim Jones llevo a la muerte  (juntos con él)  a ese grupo de personas. Realmente no se puede asegurar como fue el momento de ingerir aquella bebida fatal. ¿Que pasaría por las cabezas de aquellos padres ofreciéndoles a sus hijos "la refrescante bebida", por la que todos dejaron sus juegos y corrieron hacia ellos? ¿Que poder puede guiar una mente enferma? ¿Que enfermo se puede dejar guiar por esa mente? ¿Donde estará el límite entre la inteligencia y la imbecilidad?


Sunday, November 18, 2012

Esperando el tren



A veces
sin razón alguna
me asalta la nostalgia
y la aparto
es enfermizo tener
lastima de mí.
Ya llego el tiempo
de mirar sonriendo
sentarse tranquilo
y ahora que anuncian
por los altavoces
que el tren se demora
esperar.
Puedo mirar a la muchacha
que no para de hablar
por teléfono
o recordar las palabras
que grite anoche
imagino que salieron
huyendo de mí
y están escondidas
debajo de mi mujer.
Pero no  voy a dejar que
nada me interrumpa
ni siquiera la nostalgia.
No quisiera parecerme
a mi madre
y veo tanta
sutil similitud
que me espanto.
No sé hablar
de algo  si no esta
ligado a mi
realmente no se hablar de nada
lo ideal seria el silencio
pero insisto
aunque no se bien porque.
El tren sigue por otras vías
y a la muchacha se le agoto
la batería
no hace silencio
solo se agoto
espera ella también.
Anoche releí un libro
de poemas que ya
era viejo.
Aquellos poemas
que tanto revuelo
nos causaron cuando
éramos tan jóvenes
hoy son palabras molidas
masticadas palabras.
Pasa a veces.

El tiempo



Si se tuviera una pequeñísima noción del tiempo de vida que nos va a tocar vivir, otro gallo cantaría. Porque cuando se nace, la distancia entre la vida y el fin de esta es abismal, no existe. Y después, cuando comenzamos a crecer, son tantos los acontecimientos, son tantas las esperanzas y las trampas que la idea del fin no va acorde al empuje de la vida. De esa forma o por eso, se malgasta. Aunque yo pienso que esta palabra es relativa. Malgastar en algo, puede tener muchas interpretaciones. Lo que para mi puede generar un placer infinito, para otro seria un suplicio. Llévenme, por ejemplo al flamante stadium de los Marlins a ver un juego. No importa contra cual equipo. Sería una tortura. Me sentiría como un alienígena entre esa muchedumbre que grita hasta perder las cuerdas vocales. Para muchos de esos que están viendo el juego me tomarían como un perdedor, si me ven leyendo La inmortalidad  de Kundera,  por ejemplo. Así es en todo. Pero si es verdad, que a pesar de las diferencias, existen cosas generales por las que perdemos nuestro tiempo y que son irrecuperables. Con la  familia es una de ellas. ¿Cuanto tiempo malgastamos cuando se hiere, se discute, con las personas que uno ama? Como se pierde el tiempo cuando ponemos distancia. Porque la peor distancia es la que está a centímetros de ti. Continuamos un día detrás del otro posponiendo a veces lo que es verdaderamente genuino por cosas perecederas, sin raíces y sin una verdadera importancia. El tiempo, como casi todo,  es relativo. Si pudiéramos usar el nuestro solo en lo que queremos realmente, todo seria más llevadero. Pero se interponen siempre cosas que hacen los momentos más complejos y difíciles. De todas formas, esto es lo que hay, o lo tomas o lo dejas, tú decides con el tuyo. 


Saturday, November 17, 2012

Lunes en la Ermita



Aunque hoy es lunes, no voy a trabajar. Tengo una cita en una oficina y eso me molesta. Odio esas cosas de papeles, datos, preguntas. Me levanto más temprano que los demás y bajo las escaleras a prepararme un café. Hace 24 horas estaba vomitando y con un dolor de cabeza que me mareaba, producto de la resaca de la noche anterior, los dos litros de vino que ingerí y el asado delicioso que hicimos en el patio. Valió la pena. Mariana y yo cantamos a todo volumen las canciones de siempre, para fastidio de los vecinos. He revisado Facebook. Encontré a mi hermana de casualidad. Ya no recuerdo por medio de quién. Mi hermana vive a unas cuadras de mi casa, pero estamos lejos. Bueno, la pedí como amiga y me aceptó. Me alegra, realmente. También me alegra que una vez más, yo diera el paso para el abrazo. Y la abrazo. La vida pasa tan rápido y siempre estamos pendientes de tantas tonterías. Creo que me estoy poniendo viejo a una velocidad vertiginosa. También siento  que ya no me preocupa mucho eso. Solo me sigue preocupando la gente que amo. Serrat y Sabina vienen a otro concierto aquí en Miami. Sabina no me interesa para nada. Tiene algunas canciones regulares. Nada más. Es, para mí, un poco oportunista en sus canciones. No sé, siento que utiliza una poesía progre para el grupo. Cosa que es válida, todo es válido. Además, que haga lo que le dé la gana, que muy bien que gana con eso. Serrat. ¡Ah, Serrat! Creo que si alguna vez me enamoré de un hombre fue de él. Era tan joven en aquel entonces. Escuchar sus canciones ha sido para mí uno de los placeres que me han acompañado durante toda mi vida. Ahora es un viejo ridículo, que no canta, que baila en el escenario y cosas así. He escuchado algunas canciones  de  sus  últimas  y me dan pena. La dupla con Sabina es de lo peor. Pero de todas formas, queda su poesía cantada, maravillosa,  sus gestos, su pelo largo, aquella juventud que me hacia soñar mientras  me sentía apresado en la isla y el deseo de vivir otra cosa. Después viví esa otra cosa,  y no pasó nada. Ahora también  soy un viejo horrible, obeso, lleno de líos en su cabeza, que son los peores,  y una madurez que no me sirve para nada. También me quedan mis escritos, mi mujer,  que es el tronco de todo, el sostén de esta carga y mis nietas, tres niñas maravillosas que acaban con mi vida y me suman cosas especiales y terribles. Ahora mientras escribía me llamó Nani, dice que "está enfermita un poquito". Yo también estoy un poquito enfermito, le dije. Dice que hoy no me van a inyectar. Qué bueno, porque  voy a llorar, le conteste. Ok, Apo, te voy a comprar un toys en Target, ok?, me dice como consuelo   y cuelga. ¿Ven? Esas son las cosas. Ni la literatura, ni la pintura, ni el cine ni la música, nada es comparable, nada.  Nataly bajó con su cara de dormida y viene y sin preocuparse porque estoy escribiendo,  se me echa encima y huelo su pelo, el olor de su cama, su aliento  y busca que la acaricie y lo hago y es tan lindo sentirla y tocarla. Rosy llega  casi bailando, Rosy baila, baila y todo es tormentoso a su alrededor,  y me pide leche con chocolate,  y le preparo un biberón, grandota como está; y mientras tanto el entorno no  es igual cuando ella pasa, arrasa, derriba, destruye y construye al mismo tiempo, siendo la tormenta y la nube, pero también la lluvia  y la beso y le pido que se porte bien y me contesta: ok Apito,  y se va, olvidándome inmediatamente. Más tarde vamos a La Ermita. Me siento con ellas y miro el mural, observo. Encuentro detalles, personajes,   también soy un poco ese mural,  y ahora  que no creo en nada,  le doy gracias a la Virgen y le pido por todas las mujeres que amo, que son más que hombres y susurro  bajito para no alterar el espectáculo de sentirme mínimo y frágil. Después el mar. El espectáculo mayor. El mar cercándonos, acunándonos, recordándonos el tiempo, el pasado, el que está hoy.


Conversando con el viejo.



Veamos, porque este tema es un poco escabroso para mí. Además no tengo mucha base para hablar, porque, ya lo he dicho antes,  de política no se nada. Pero bueno, soy un ciudadano más o menos como los demás, más o menos bien o erróneamente informado, como la mayoría y leo el periódico y veo alguna que otra noticia. Además, opino porque me da la gana de opinar. Al grano, la ONU  (Organización de Naciones Unidas). Se supone que son un grupo de países unidos por el deseo de cooperación. Y además que se vota para dar fuerza a la opinión generalizada. ¿Hasta ahí voy bien? Entonces, para hablar de la votación sobre el embargo a Cuba: de 193 países, 188 votaron a favor de levantar ese embargo que EEUU tiene sobre Cuba hace ya más de 50 años, Estados Unidos, Israel y Palau, votaron a favor y las islas Marshall y Micronesia se abstuvieron. Un paréntesis aquí: ¿donde coño están Palau y las islas esas? Porque Israel, eso es sabido, va a estar de acuerdo con lo que diga EU, es lógico, casi lo entiendo, le paso la mano por los hombros y le digo: claro, chico, ¿cómo  te vas a poner en contra de la gallina de los huevos de oro? Si no haces eso, te fulminan, te eliminan del mapa todos tus vecinos que te miran por mirillas de misiles y ametralladoras. Israel, a ti un poco te entiendo, ok?, tranquilo. Y a los otros tres, ni les digo nada, porque no sé nada de ellos, ahí los dejo quietecitos  también. Entonces me dirijo a EU. Ahora dime, primero que todo, ¿para qué sirve la ONU? Si todos votan en algo que tu no estás de acuerdo y  te cagas en la noticia, entonces ¿para qué sirve? ¿Quien es el que manda? ¿Solo tú eres el que manda? Es claro eso, ¿verdad? Y te digo más, viejo: yo vivo en tu suelo y te confieso que no viviría en un lugar diferente. Te digo también que creo en muchas cosas buenas, buenísimas que tienes, pero sé que a veces te equivocas, me parece que no ves más allá y te estancas en un pasado que ya no tiene remedio. Dime, ¿de qué ha servido ese famoso bloqueo? Tú lo sabes,  porque comemierda no eres. No ha  servido para nada. Si, para algo si: para que los Castro se justifiquen de la miseria, del hambre de la vida horrible que viven los cubanos. Dime aquí, bajito,  ¿para qué mas ha servido? Los Castro siguen ahí, el país sigue ahí, herido de hambre y miseria y ya son más de 50 años, viejo, no te parece? Si Cuba quiere comprar tus maquinarias, las compra,  tú lo sabes, tú sabes del traqueteo, el business  que existe en todos lados, porque tú de bobo no tienes nada. ¿Entonces qué? ¿Que Cuba no paga? Ok, tú le vendes a quien compra. Tú pones el orden. Si Cuba te quiere comprar, véndele y ya. ¿Que no tiene créditos internacionales? Está bien, en tu casa mandas tu: Cuba, aquí tienes todo lo que yo vendo, money por delante y te lo llevas, yo no fio, a ti no te fio porque tú eres un ladrón que no paga. ¿Viste viejo? Así se habla. ¿Y sabes donde tendrían que meterse la lengua los Castro y toda la retahíla de izquierdistas miserables que los aúpan? Bueno, tú sabes donde se la meterían. Pero te digo la verdad,  no jodas más. No me vengas con el sermón de los derechos humanos, que tu eres amiguito de muchos que de derechos no tienen ni las espaldas. ¡Y mira que negocias con ellos!!! Entonces ¿cual es el problema con esa islita de mierda que es Cuba? Quítate ese lio antiguo. Manda pal carajo a todos los politiqueros  cubanos que son unos descarados y haz lo que tienes que hacer. Esa sería la mejor manera de terminar  con aquel gobierno horrible. Empuja más una lavadora eléctrica, el A/C, un carro, un televisor de pantalla plana  y un par de zapatos que toda la monserga de honor tardío  y tonto que es lo que esgrimen los cubanos ultra de Miami. Dime,  ¿no piensas que lo que te digo es la verdad? Piensa, padre, te lo dice un cubano del montón, que vive  en tu suelo hace ya una pila de años.


Saturday, November 10, 2012

A Zoe se le fue el metro.


Hace poco, leí en el blog de Zoe Valdés, nuestra escritora insigne, un post sobre la muerte del pintor  cubano Ramón Unzueta, que murió en Islas Canarias  y era gran amigo de ella. Me gusto mucho. Se sentía real el dolor  ante la pérdida de un amigo de casi toda la vida. No tenía nada que ver con su escritura tan llena de olores de la vulgaridad más tremebunda, que es lo que acostumbra describir en sus libros, para mi opinión, inmetibles, para tratar de usar una palabra de su léxico. Lo mejor en estos casos es no decir nada, ignorar a quien no te gusta y todo tranquilo, cada cual con su tragedia. Pero hay cosas que resultan demasiado. Hoy me encuentro con algo que escribió, en un espacio llamado  "Zoe en el metro", con el título de   "Gano el populachero".  Según ella, los latinos y cubanos que votamos por Obama, somos unos vendidos al comunismo, que queremos para nuestros hijos el islamismo, o sea, el obamismo (según ella ). Sigue con una retahíla de palabras de Zoe o sea soeces, que no sé si me dieron ganas de reír o de orinar y opte por escribir esto, que es casi la misma cosa. Resulta que ella también se hace eco de las tonterías dichas aquí en Miami de que el presidente es amigo de Mariela Castro, de Chávez y de no sé que otro personaje más de la farándula latinoamericana de izquierdas. ¿No será que Obama le pide consejos a Evo Morales para tratar de recuperar la economía de Estados Unidos? Podríamos analizar este punto basándonos en el post de la escritora. Cada cual puede escribir y decir lo que le viene en ganas, pero yo creo que una persona medianamente inteligente, debía  pensar en lo que dice dos segundos antes de dejar que otros la lean. Otra de las soasadas escritas en el artículo dice que Ronmey vivió dos años en Francia y era muy elegante, algo que se ha perdido en las pasarelas de modas. Aquí hice un paréntesis y fui al baño. Bueno, ¿es algo relevante que Ronmey haya vivido dos años en el país galo para que lo hagan más capacitado que el que no vivió allí? Además, ¿de qué elegancia habla Zoe Valdés? Imagino que no tenga nada que ver con el vestuario que acostumbra mostrarnos, estilo Baker-Kalho-Monroe, plumas incluidas. Creo que a Zoe se le fue el metro. La imagino parada en la estación de Saint-Lazare, mirando a su alrededor, aburrida, imaginando cual será su próximo escrito, imaginando el aplauso de los intelectuales y demás seguidores, arreglándose en el pecho el cartel de Escritora Insigne de la Cuba Libre.




Conflicto

                                                               

Estoy trabajando  tranquilamente, pensando en todas las cosas desagradables que tengo pendientes. Papeles que buscar, cita en una oficina del downtown, el hueco eterno del baño para reparar, el filtro del aire acondicionado,  lavar los carros... uff. Cerca de mí, escondiéndose de las cámaras de seguridad, esta un hombre joven  hablando por teléfono. No puedo dejar de escuchar su conversación. Es negro y habla en ingles. Discute con una mujer. Algo me asombra y es que no escucho las palabras habituales, las lacerantes, las que golpean duro.  Discute con la mujer y no se ofenden, algo que sería lo más común. Blancos y negros argumentando  con la mujer o la ex-mujer son sinónimos de gritos, ofensas, recriminaciones. Estos pelean por dinero. Lo más común. Escucho lo que él dice y por sus respuestas imagino lo que ella le plantea. El conflicto humano. El más popular. La incompatibilidad. La discordia. El rencor que arde.  ¿Cuando fue que comenzó esta pelea? ¿Recuerdan los besos, el deseo irreprimible, las ganas de estar juntos? ¿Recuerdan el primer día que estuvieron desnudos, los dedos buscándose, húmedos, temblorosos? ¿Ya se olvido la risa, la complicidad, la  ternura que brota y acaricia? ¿Cuando es que todo eso se transforma? ¿Cuando las manos dejaron de explorar el cuerpo tan conocido? ¿Como fue que la primera palabra surgió y dolió? ¿Fue algo tan simple como que las glándulas que producen feromonas dejaron de producirlas? ¿A que frágil cuerda estuvieron unidos? ¿Recuerdan todavía un juego, un día frente al mar, una cena especial? Ella le exige más dinero. El dice que no tiene más para darle. El tono va subiendo. Él le pide que lo deje hablar. Ella grita algo. Él le dice que eso es mentira. Se justifica. Ahora  hace silencio y la escucha. De pronto ruge, se transforma la voz, la cara, las manos alzadas, las piernas buscando el balance y grita: fuck you fuck you fuck you, bitch!  Apaga el telefono y se va.



Obama



La política a mi me toca superficialmente. Casi no hablo de ella y nunca escribo nada al respecto. Pero tal vez hoy logre decir algo. Me parece muy bien que Obama haya ganado otra vez la presidencia. Creo  que es un hombre inteligente, y que piensa más o menos con los tiempos que corren. Al  candidato presidencial republicano, yo lo veía como un apéndice de Bush. Y creo que algo que pueda recordar a ese señor y su gobierno, es para temerle. Toda la campaña de Romney estaba apoyada en un sentimiento moralizante, lleno de ideas basadas en la religión o mejor dicho en Dios. Eso es fatídico. Cuando entra la Religión, trae de la mano a la Estupidez. Todas esas ideas por las que los cubanos más recalcitrantes perdían  las cuerdas vocales no eran más que un entramado de tonterías como las que hablan hasta el cansancio refiriéndose a Cuba. También creo que tanto Obama como Romney, son dos políticos estadounidenses y que ambos quieren lo mejor para su país. Que yo no esté de acuerdo en cosas de los dos, no me da el derecho de llamarlos con epítetos estúpidos. A este país no lo va a cambiar ni los Demócratas ni los Republicanos. Aquí las bases están establecidas y son muy profundas. Lo que está cambiando a este país son los tiempos en que vivimos, la forma como el mundo se ha estructurado. Esta es la democracia. Ni hay mas na'. El presidente va a tratar de hacer más o menos lo que se pueda y dentro de cuatro años lo veremos en las escalinatas de La Casa Blanca, entregándole la llave al que entra, no importa de cuál de los dos partidos sea. Así es y así será. Nada perfecto, pero de lo imperfecto, lo mejorcito.


Sunday, November 4, 2012

El barrio: las hermanas putas



En el barrio  había una serie de personajes dignos de la literatura. Vivian sus vidas miserables y hasta cierto punto estrafalarias, por encima de los dogmas, las leyes y la estructura monolítica de gobierno, que era el sueño de los que aun tienen el poder en  ese país. Algo tenían en común, mirándolos ahora al paso del tiempo y la distancia insalvable que se creó entre  los que vivian allí y yo. Todos, sin excepción eran personas solitarias, apartadas la mayoría de las veces de grupos y vecinos y la locura, de una forma u otra, era parte de esas personalidades. Entre los muchachos que íbamos a la escuela se rumoraba con altos grados de morbosidad, mentiras y fanfarronería, las aventuras que cada uno de ellos habían tenido con Las hermanas putas. Así se le llamaba a dos mujeres que se pasaban el día, mirando y atrayendo desde la ventana de su miserable casa a todo el que caminaba  por la acera. Yo les tenía un miedo atroz. Escuchaba los cuentos de mis compañeros de escuela y sentía una mezcla de deseos, miedo y repulsión. La casa estaba frente al parque. Era de maderas,  desvencijada, sin pintura, inclinada como si de un momento a otro se fuera a desplomar. No importaba  el momento que pasara por allí, aquellas mujeres estaban en la ventana. Temblaba cuando me aproximaba de miedo y curiosidad. Las dos sonreían. Sus ojos eran pequeños, pero las lenguas inmensas. Reían y sacaban las lenguas y las movían fuera de la boca, mientras me decían cosas que yo, con el miedo y la prisa, no entendía. Después llegaba a mi casa sudando y atormentado por aquellas largas serpientes  que en mis sueños más secretos, recorrían mi cara y partes de mi cuerpo, viscosas y calientes. No recuerdo por cuánto tiempo seguí buscando excusas para pasar por el frente de aquella casa. Nunca hable con ellas, ni siquiera tuve en mi mente la posibilidad de que  me tocaran. Hoy, después de tantos años, me doy cuenta que siempre las he vuelto a ver (morbosas, sibilinas, repugnantes y deseadas secretamente) en el cine; entre personajes solitarios, maltratados, que utilizan mientras son utilizadas, buscadas por  muchachos encandilados por las hormonas y la aventura.  Las he visto en las calles de las ciudades que he visitado, en Pigalle, donde se abrían los sobretodos mostrando el cuerpo desnudo, mientras  pasaba rápido, de la mano de mi mujer, con la misma sensación de miedo y deseos de aquella época cuando  todavía era  un niño lleno de preguntas e inseguridades.  Todas esas mujeres han sido de alguna manera Las hermanas putas. Un personaje clave de  una  novela que  escribí hace más de veinte años,  es la mujer de un pobre  guajiro,  que se acuesta con jóvenes reclutas a cambio de una lata de leche o una toalla manchada, es secretamente pensado en aquellas mujeres, recreándolas a ellas y a  su  casa sucia, envejecida y miserable. Hoy, con cincuenta años vividos, las recuerdo y las exorcizo de la única forma que puedo, junto con el barrio y su locura, su miseria y también con mi vida.  Las hermanas putas, con sus lenguas de serpientes y sus ojitos pequeños me hacen revivir una época, un momento, que forma parte de mis  pasos  hasta hoy.


Saturday, November 3, 2012

Poema del sabado



Solamente porque es sábado
y acabe la botella de vino
puedo decirte
podría tratar de decirte
que a pesar tuyo
a pesar de tu miseria
de tu vida mala
seguí la vida mía.
Un árbol delante de mi mirada
 y manada de pájaros.
El sol se refleja en una ventana y da en mi cara
y eso
aunque ni siquiera sepas
que existe
es importante.
No sé ni como
puedo escribir
esto que llamo poema
si lo escribo
recordando ese timbre tuyo
ese dolor
y el miedo.
Las niñas están para el mall.
¿Puedes creerlo?
Que fácil es decir eso
y servirse más vino.
Que fácil es ahora olvidar el horror
el golpe
la miseria.
Los muchachos son simples
muchachos
que joden
que piden
que viven la vida
que tienen.
Que diferente que
no estés tú.
No estás tú y descubrimos
la tarde,
la música en la tablet,
una receta de la India.
Oh sea,
que tu no estas
y la vida
nos invita.
Tu no estas
y ni rabia siento.
La nada siento.
Mariana compro para las
niñas brazaletes de colores.
¿Viste que fácil?
Jonathan grita, matando electrónicamente:
coño, chico, ¿tu eres comemierda?!
Así es.
Tu no estás, oh, no estás!!!
¿Es asi, tan facil?


El barrio: Prologo



Hace 32 años que no vivo en Cuba. Cuando vivía allí, había en mí cierto desprecio por lo que me rodeaba; los deseos de cambiar para una vida mejor y la eterna inconformidad de la juventud hacían de mi barrio un lugar indeseado. Cuando pude llegar e instalarme en Miami, el Reparto Poey (el barrio) comenzó a tomar matices diferentes. Nunca cometí el error de elevar en la distancia una imagen de aquel  lugar y creerlo una especie de paraíso perdido como hacen algunas personas que he conocido; que han llagado a decirme que en aquella época las personas eran más inteligentes o que eran maravillosos los apagones diarios. Pensando de esta manera y desde la perspectiva del niño y después el adolescente que fui, se me ha ocurrido ir creando algunos post contando recuerdos (inexactos como todos los recuerdos) sobre momentos y cosas en las que me vi inmerso en aquella época ya tan lejana. Me gustaría,  para que tengan una especie de continuidad  llamarlos  El barrio,  y  a continuación el titulo que les daré a cada uno. Veamos hasta donde llegara mi locura. Al  Reparto Poey lo rodean el barrio de Santa Amalia, La Palma, Barrio Azul, Las Yaguas, Los Pinos y Bejucal. Las calles laterales (partiendo desde la Calzada de 10 de Octubre) se nombran con letras que van  desde la calle A hasta la calle H. Las transversales con números : de 1era hasta 7ma. Un parque, la Escuela Felipe Poey y el Ciro Frias (complejo deportivo)  y una capilla  de caracoles, que era parte de mi casa.


El arbol

foto:mariana aguero


Detrás de mi casa había un árbol. Era un árbol viejo. En el tronco se leían los años, las lluvias pasadas, los fríos, el calor y debajo de el también podía leer un poco la vida mía. Unido a la vieja cerca, cargaba con todos los andariveles que le colgábamos, atraíamos a los pájaros con cajas para el alpiste, lo adornamos con  luces y botellas de colores; tenia lagartijas y chipojos, pájaros azules, negros, rojos y grises.  Dejaba un manto de hojas en esta época del año y después en primavera unas pequeñas flores que lo manchaban todo con una sustancia pastosa, desagradable. Ese era el momento de cagarme en el. Y el de ignorarme. Nos protegió con sombra mientras cocinábamos carnes, escuchábamos música perversa para el escándalo de  los vecinos, las niñas jugaban a ser mujeres alrededor de su tronco arrugado  y Mariana compraba flores que adornaban en macetas. El árbol era el calendario de la vida de la casa. Estaba allí, indicando el tiempo que pasa inexorable. Se doblaba con el viento  y después continuaba haciéndose notar, cambiando de hojas, creciendo en ramas nuevas, junto a la casa, al límite de lo que no era mío. Ahora el árbol no está. La vieja monstruosa que dirige lo que pagamos todos, decidió cortarlo. Ahora está el vacio de él y la cerca nueva. Ya no están  la sombra ni los lagartos, ni los pájaros. Ya no hay hojas ni ramas, ni luces, ni sombra  y su lugar es  un sol inmisericorde.  Ya no está el tiempo vivido, el viento y su sonido.  Había  una vez, un árbol viejo detrás de mi casa....


Donald Eugene Moeller



En Dakota del Sur, ejecutaron por inyección letal a Donald Eugene Moeller. Fue muerto en presencia de los padres de la niña que el secuestro, violo y después apuñalo.  El cuerpo de Becky O'Connell , de 9 años de edad, fue encontrado por la policía un día después de su desaparición en las orillas del Big Sioux River. Moeller, que negaba todo, al final confesó el crimen. Tenía más de 60 años cuando lo mataron. Muchas voces se alzaron en contra de esta ejecución. La Unión Europea, y sobre todo Francia, trataron de encontrar  clemencia  para  el. Cientos de personas se congregaron frente  a la prisión con velas, carteles, tratando de  que se suspendiera la ejecución. Querían que se le respetara   la vida. Pidieron que olvidaran a la niña de 9 años que entro a una tienda en busca de alguna golosina cuando fue secuestrada. Los carteles y los ruegos decían: olvidemos eso y sus gritos y su terror y su dolor,  olvidemos su ejecución, su muerte, su vida trunca, perdonemos a Donald Moeller, que es un hijo de Dios. El Estado no tiene el derecho de matar a un ciudadano, decía otro cartel. Salvemos a Moeller, que es un ser humano y como tal tiene que ser tratado. La vida tiene un valor infinito. Así decían  La Unión Europea, Francia y los cientos de personas reunidas fuera de la cárcel, orando por él, con sus carteles y gritos. ¡Salvemos a Moeller! ¿Sera que no leí bien? Porque yo leí eso.