foto: m aguero
Estos poemas de Sara Calvo, que es mi suegra, los recibí, mientras ella cocinaba los mejores frijoles negros del mundo. Cuando la casa se iba inundando con el olor de la comida, me di a la tarea de mostrar en mi blog, algunos de ellos. Los frijoles quedaron exquisitos. Aquí están sus poemas:
D day.
He visto caer
una y otra vez
al joven soldado
a la orilla de la playa.
Las cruces de blanco mármol,
simétricamente alineadas,
no podrán borrar
el dolor de esa caída.
Miami, mayo 5 de 1994.
HOY
Hoy amor, la Luna
parece el Sol.
4/5/99.
CUARTO MENGUANTE
Te regalaría la Luna.
Te regalaría,
ese pedacito de cuarto menguante,
refulgiendo en el límpido cielo
sin estrellas.
Su luz,
te alumbrará siempre.
Miami, 4 de enero de 1995.
POESIA
Comienzo a escribir un poema:
“Mirando por la ventana,
a través del cristal”...
Lo enseño con cara de perro apaleado,
esperando, al menos,
un pequeño efecto.
“Si miras por la ventana,
me dicen,
es a través del cristal”.
Me rebelo.
Porque puede ser:
A través del cristal,
a través de las persianas,
a través de las cortinas,
a través del muro más allá de la ventana.
En fin, las combinaciones son infinitas.
También me dicen,
que son los poetas
los que tienen sensibilidad,
los que ven más.
Me vuelvo a rebelar,
aunque no hago comentarios.
Y los poetas fascistas,
¿dónde los dejamos?
!Qué sensibilidad!
Para cantar loas sobre
cómo matar a la gente.
Y los poetas surrealistas,
que decían que la poesía
era escoger palabras y ordenarlas,
para que sonarán bien,
hasta armar un poema.
Pero los poetas son los sensibles.
Debo estar equivocada
Miami, junio 28 de 1993.
MI CALAVERA
Sentada, temblando, en el sillón
o silla del dentista,
veo mi calavera,
sobre un fondo de luz.
Las mandíbulas,
las encías,
los dientes y -pocas- muelas.
El tabique de la nariz,
los huecos de la misma,
y la cuenca enorme de los ojos,
que no ven.
Desde el sillón, miro esos huesos
que no reconozco como míos.
Y que, sin embargo,
lo son.
Miami, 1 de febrero de 1994.
PAISAJES
Mirando por la ventana,
a través del cristal,
contemplo,
mientras pasan las horas,
el ir y venir de los aviones en el aeropuerto.
Con un pequeño ejercicio mental,
puedo recordar otro paisaje.
La calle 23,
y la salida del apartamento,
a la calle 26,
con la chimenea de ladrillos rojos al fondo
que tiene pintado en blanco:
ACEITE
O
L
I
V
E
I
T
E
Y atrás, un poco más atrás,
a lo largo y ancho,
el mar.
Miami, junio, 27 de 1993.
TUS OJOS
En el brillo oscuro de la noche,
me encuentro con la luz que despiden tus ojos.
Miami, noviembre 6 de 1995.
VEJEZ
Galopa sobre mi cuerpo.
La siento acercarse.
Primero lentamente,
después a galope tendido.
¿Qué puedo hacer?
Esperarla tranquila,
sintiendo como se apodera de mi.
Y me destruye.
Miami, junio 27 de 1994.
Hoy está solo mi corazon.
Gardel y Lepera
Oh, la desdichada soledad de mi corazón.
LA MUERTE NO ME DEJA
Ayer no quise oír,
que otro amigo se había dado un tiro.
Que alguien más se había suicidado.
Me pregunto,
y no encuentro respuesta
para tanto horror.
Quisiera borrar de mi memoria,
los recuerdos,
la tristeza,
pero éstos no me dejan.
Y no quiero que me dejen.
Quiero que sigan lastimándome.
Es mejor así.
Miami, 8 de junio de 1998.
EL TREN
Que siga el tren
y su vaivén.
Que siga el tren una eternidad...
Miguel Matamoros
Por las noches, en la soledad,
oigo pitar el tren a lo lejos.
Su sonido acompaña siempre a mi corazón.
Mientras siento que el tren de mi vida,
ya nadie lo puede parar.
21 de abril de 1999.
A William Carlos William.
El árbol que da a la ventana de mi cocina
es frondoso.
En el vienen a posarse azulejos, cuervos.
Pero entre esta fauna,
el que más me gusta por su tenacidad,
con sus dos lados de la cara pintadas de rojo,
es el pájaro carpintero.
Su pico horada el tronco el día entero sin cansarse,
para después rellenarlos con semillas.
Lo que me resulta muy extraño,
es que no haya una carretilla,
brillando bajo la lluvia.
Octubre 7 de 1999.
¿QUE ES LO REAL?
Para mi nieto Ariel,
quien disfruta conmigo del
pájaro carpintero.
En el árbol que da a la ventana de la cocina,
veo todo el tiempo,
un pájaro carpintero, horadar el tronco.
Lo miro, con su tenacidad inquebrantable.
Y me pregunto.
¿Cuál de los dos es más real?
El que horada el árbol,
o el que veo en los muñequitos,
desde la niñez.
Miami, Marzo 3, 2000.
Yo que no creo en Dios,
sólo digo:
!Ay, Dios mío!
Miami, 1 de junio del 2000.
MIRANDO PASEAR POR EL MALECON
Para AA,
No sé si te dije allá en La Habana,
caminando por 23
hacia la Cinemateca,
que te quería.
Por el Malecón no fue,
porque nunca paseamos por él.
Dicen que ahora allí
se puede conseguir
hasta un camello.
Pero si regreso un día,
mejor digo,
si regresamos un día,
vamos a caminar
por esa acera ancha
con el muro,
que nos separa del mar,
y no sé si te diré que te quiero,
pero lo sentiré, muy hondamente,
y será lo mismo.
UNA GRIS MAÑANA DE JUNIO
“Menos tu vientre”
Un poema
un verso,
sólo eso querría.
al calor de tu mano,
en la fría mañana de junio.
Para que no me dolieran tanto,
tú y todo lo demás.
BLACK SUNDAY
La nube de polvo negro llegó cubriéndolo todo,
casas, animales, aperos de labranza.
Algunos buscaron en la Biblia,
pensando que era el fin del mundo,
pero allí no decía nada.
Otros más afortunados,
se fueron y lograron poner a salvo
a sus familias.
Los demás, murieron o vivieron
para contarlo.
Era el 14 de abril de 1935,
27 días completos con sus noches,
el polvo negro los castigó sin compasión.
Los animales murieron con la boca y el
estómago llenos de polvo.
Los menos fuertes
cayeron.
Nadie se explica todavía qué pasó.
31 de agosto de 1999.
SU DIA DE SUERTE.
Miró sus manos extendidas sobre la pared pintada de verde del elevador. Estaban tan blancas que parecían transparentes. Sólo entonces sintió que el miedo se había apoderados de ella. Trató de gritar y ni una sola palabra salió de su garganta. Ella que siempre se había preciado de ser tan valiente y que se le encaraba a todo el mundo, fuera quien fuera. Sólo atinó a decir muy débilmente:
—Por favor señor, déjeme.
El hombre, vestido de miliciano, con boina y todo, se había metido en el elevador, cuando había abierto la puerta, para subir a su casa.
—Así te quería coger, solita, sin nadie que te ayude. Si no formas lío y te portas bien vamos a pasar un buen rato.
Le daba asco que el hombre pegara su cara a la suya, pues la tenía llena de granos y grasa.
—Por favor, señor —le había vuelto a decir—, déjeme salir.
Pero ya el hombre la estaba toqueteando y se masturbaba.
—Si no me deja ir, voy a gritar.
—¿Y quién te va a oír, con esa vocesita? Además, yo estoy haciendo la ronda del CDR, me llamo Loret de Mola y soy el jefe de la zona. Nadie te va a creer. —Y luego agregó:
Nunca supo si fue el terror reflejado en su rostro, su miedo o el de él. Pero el hombre se detuvo.
— Hoy es tu día de suerte, flaca de mierda. Las he tenido mejores que tú.
Todavía se paró a mirarla de arriba y luego salió. La puerta del ascensor se cerró y éste se puso en marcha.
Mientras subía, volvió a mirar sus manos, que seguían extendidas en la misma posición, tan pálidas como hacía un rato. Pensó que después de todo el hombre tenía razón: hoy era su día de suerte.
Al llegar a su apartamento y cerrar la puerta, corrió al baño y se miró en el espejo del botiquín, temblando todavía, al tiempo que empezaba a llorar. Miró para la bañadera y vio el cubo lleno de agua y se alegró. Definitivamente era su día de suerte. Luego del baño se acostó y entonces sólo entonces se dio cuenta que había actuado igual que las mujeres que había visto en igual situación en muchas escenas de películas, y luego se preguntaría si lo había hecho por instinto o por imitación.
Fue entonces que recordó las últimas palabras del hombre, mientras salía del elevador:
—Vete y que no te vuelva a ver por aquí, porque te meto presa por contrarevolucionaria.
Pero todavía no pudo reírse. ¿Podría hacerlo algún día?
21 de abril de 1999.
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