Saturday, March 7, 2015

Avalancha




Un hotel en Los Alpes franceses y una tarde espléndida. La terraza del restaurante está llena de turistas que ríen, conversan, beben cerveza, toman vino, comen pizzas, ensaladas, sándwiches. Disfrutan del espectacular paisaje de las montañas cubiertas de nieve, del frío, de estar con la familia, con los amigos, los amantes. Toman fotos, graban vídeos con los celulares, con cámaras, fuman, y los camareros, atareados, van y vienen cargando las bandejas.
La cámara escoge, casi por azar, una de las mesas que está junto a la baranda que da al vacío; más allá, sólo las montañas nevadas. Sentados a la mesa, una familia. El padre, y a su lado, un niño de unos seis, tal vez siete años. Al otro lado la madre y una niña de, digamos, diez años. Los cuatro llevan trajes para esquiar. Los cascos a un lado de la mesa y los esquís apoyados en la baranda. El padre ayuda al niño con su plato, la madre observa la nieve distraída, satisfecha, y la niña parece hacer una pregunta que no se escucha. El padre agarra su celular, revisa los mensajes, los e-mails y después se dedica a tomar fotos.
El lente se mueve, enfoca a las montañas, las acaricia, nos muestra todo su esplendor, se transforma en nuestros ojos. Miramos, casi respiramos, la maravilla del paisaje. De entre la nieve surgen varios tubos de metal. De los tubos sale un humo gris que contrasta con el blanco impoluto de la nieve. Se escuchan algunos sonidos. Son como disparos, como algo que es arrojado con violencia, como algo que se expulsa, como una amenaza que se intuye.
Regresamos con la cámara a la terraza del restaurante. Ahora escuchamos sonidos de cubiertos, sillas que se deslizan, conversaciones entrecortadas, risas. La cámara se aleja de nuevo. Nos muestra la terraza a vuelo de pájaro. Vemos el grupo de personas como un conjunto, pero siempre podemos identificar a la familia de los padres con sus dos hijos. También nos regala, una vez más, la majestuosidad de las montañas. Seguimos escuchando los mismos sonidos regulares y, entre esos ruidos, algunos como de disparos, como las explosiones que se escucharon en la nieve.
Unas frases de sorpresa y algunas personas que señalan, "alertan" a la cámara, que se dirige hacia lo más alto de la montaña.
Allí comienza, lentamente, a deslizarse la nieve. Se escuchan voces de admiración. Muchos se acercan a la baranda y toman vídeos. El padre de los niños también graba con su celular. La nieve, al deslizarse, va tomando fuerza, toma la forma de una avalancha. La avalancha se dirige directamente hacia la terraza.
Algunos comentan que no hay que temer, que es un espectáculo calculado, programado, sin riesgos. El niño llama, temeroso, al padre. Ellos saben lo que hacen, es su respuesta mientras graba el espectáculo.
La avalancha ya es colosal y se acerca cada vez más. De pronto entran en pánico. Todos corren, derriban las sillas, buscan desesperadamente la salida. Los dos niños gritan ¡mamá, papá! El padre, sin soltar el celular, agarra los guantes que están a su lado y se lanza hacia la salida empujando al niño, que se golpea con la mesa, y desaparece, huye. La madre agarra a la niña y corre a proteger al niño. Mientras, la pantalla se nubla hasta oscurecerse por completo.
¿Un minuto, dos? Cualquier tiempo parece una eternidad. La oscuridad va dando paso a una niebla que deja entrever los movimientos de las personas que levantan una silla, se abrazan, se consuelan. El padre regresa. La cámara lo persigue por la espalda cuando camina hacia la terraza. Ahora los ojos del padre son los nuestros. Vemos lo que él ve: vemos un desorden, vemos la niebla y vemos a la madre que, todavía abrazada a los hijos, se incorpora. Se sientan a la mesa. Hay un silencio incómodo. El padre comenta que solo fue un gran susto. Trata de sonreír. La mujer evita mirarlo, la niña también; el niño le da la espalda.
El lente los va empequeñeciendo mientras continúan con el almuerzo.

Nota: lo escrito arriba es la descripción de la escena fundamental de una película. Así es como la recuerdo. Y, como los recuerdos son tan ambiguos, es también un poco mi escena, es, simplemente, el placer de contar.

Título: Force Majeure.
Director: Ruben Östlund.
Suecia, 2014.

1 comment:

  1. It’s nice indeed, Marco. Me gustó mucho. Escribiste como se escriben los scrips para películas. Muy interesante y atractivo. Armando

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