Paso el día en silencio
y mi cabeza hablando,
la forma ideal.
Vienen conmigo
todos los fantasmas
que arrastro
¡y cómo me exigen!
Huyo de casi todo
el mundo
para tratar de
encontrarme
y nunca se cual es la
dirección
correcta.
Saludo a un hombre
desconocido
y lo miro de soslayo
con la desconfianza
de mi habitual
incertidumbre.
Grito y nadie me
escucha,
no importa
si es en auxilio
o una palabra que
hilvana
la ternura.
Puedo hasta parecer
un buen señor
un educado señor
un poco amargado
señor.
Puedo serlo, ¿por qué
no?
Siempre que no
descubran
los ríos profundos
de piedras,
las tormentas oscuras
el miedo infinito.
No abro mi boca
no dejo escapar nada.
Me perdería
inevitablemente,
entonces si me encontrarían.
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