Sunday, February 17, 2013

USS Maine



Algunas imágenes de pronto parecen dar un salto y se posan delante y te llenan de una nostalgia extraña y es entonces que vuelves a escuchar lo que no recuerdas y  a oler olores olvidados con un sentimiento ambiguo de realidad o historias inventadas con el paso del tiempo. Algo así me sucedió cuando supe de la restauración del monumento al USS Maine, en La Habana. Aquel monumento trunco, frente al mar. Un punto de la ciudad donde viví y he cargado a donde fui. Me recuerdo frente a él. Mis deseos de vivir de otra manera. La ciudad es lo que se vive de ella. Nunca La Habana ha sido lo que leí de diferentes escritores. Esa ciudad siempre es la de cada uno de ellos. No solo por las diferentes épocas, sino porque las cosas son lo que uno les imparte.  Nunca La Habana mágica de Cabrera Infante podría ser la mía. Cuando la he recorrido,  paseo por intrincados parajes que se encuentran y desencuentran con los míos, en épocas y visiones tan disimiles y aun tan entrañablemente amadas. Las magias son diferentes. Porque creo que la verdadera ciudad no existe en la literatura. La ciudad es la poesía y la visión adulterada del escritor. La ciudad de Pedro Juan Gutiérrez es la oscuridad y el horror. Yo no la he visto nunca de esa manera y aun así, no me es ajena. La literatura tiende a unir.  Alejo Carpentier me muestra algo que no veo realmente. Esta ahí, pero no es La Habana vivida. Son las visiones y la creación. Es la maravilla de crear. El monumento herido del USS Maine es como la ciudad mía. Trunco, solitario, junto al mar, ambiguo, lejano.


1 comment:

  1. Estoy de acuerdo en todo lo que planteas.Las cosas que nos rodean actúan sobre cada uno de nosotros de distinta manera. La Historia siempre la sentimos de una manera diferente.

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