Sunday, May 5, 2013

Brenda


Febrero del  2002. Brenda Heist dejo a sus dos hijos en la escuela y desapareció. Por once años, los hijos y el esposo la creyeron muerta, hasta que hace unos días apareció  desfigurada por las drogas, el alcohol y la vida en la calle, reclamando otra vez, de cierta  forma,  su lugar en la sociedad. Decidió dejar atrás a su familia y huir con varios homeless  hacia Florida. No hubo un contacto, ningún indicio de su paradero, una palabra de auxilio, una llamada. Silvio dice en una canción: Dejarlo todo y largarse, que maravilla... Dejarlo todo, desaparecer, arrancar o tratar de silenciar a  los fantasmas que llevas prendido de la espalda. No quiero juzgar a esa mujer. O si la juzgo, y tengo mi propia idea de su terrible decisión, pero no es sobre la dimensión de su acto que quiero hablar, ni del dolor que dejo, ni la vida trunca, ni de su  desesperación o su  maldad; quiero hablar del paso en sí, el instante en que decides andar y no mirar hacia atrás. Yo lo comparo con el suicidio. Creo que es el momento de no pensar en nadie más que en ti mismo, no imaginar el dolor ajeno he infligirte secamente, sin miramientos,  el tuyo propio. Imagino que muchísima gente (tal vez esté equivocado) en algún momento  ha  pensado en irse, a donde sea, desaparecer y comenzar una nueva vida que no sea la que vive en el instante presente. Es humano soñar un poco con ser lo que uno no ha podido, fantasear con lo imposible, desdeñar lo que te ha tocado. Lo difícil es llegar a hacerlo. No puedo imaginar siquiera el grado de desesperación al que se tiene que llegar para andar ese camino incierto. ¿Dejarlo todo y largarse hacia donde? ¿Se pueden dejar la vida y uno mismo detrás? Son preguntas que traen intrínsecas otras preguntas. Y creo que cualquier respuesta estaría  unida a la idea personal que se tenga del humano y sus responsabilidades.

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