Lo cierto es que cada día que pasa
puedo afirmar convincentemente que tomar las cosas muy en serio es perjudicial
para la salud y el bolsillo. Casi toda mi vida he tomado lo que viene al
pie de la letra y mirándolo bien... no debiera ser tan así. Existen profesiones
por las que guardado un profundo respeto, creyendo que quien las practica son
una especie diferente al común de los mortales: escritores, cirujanos, jueces,
presidentes, actores, abogados, pintores, etc. Son, claro está,
profesionales muy importantes y serios, pero mirándolos un poco de
lado, así, con un ojo pa' ya y el otro guiñao, bueno, tienen sus cosas.
No sé cómo fue que desistí de ser astronauta. Medico sí; quería ser médico
cirujano. También un día en una vieja revista Bohemia observe detenidamente un
dibujo de un recogedor de basuras que se encontraba un anillo de diamantes en
un basurero y era tan feliz la expresión de la cara del muñequito, que también
soñé con recoger basura. Un poco después quería ser escritor; escribir grandes
novelas que hicieran que las ya existentes palidecieran al lado de las mías.
Todas las tonterías mal hilvanadas y aburridas, escritas hasta el momento,
serian olvidadas por la humanidad que solo reverenciaría mi obra.
Si, porque lo mío era hiperbólico, nada podía ser normal, corriente,
común. Nada de eso, todo en forma agigantada, el único, el mejor de los
mejores. Cuando quise ser cantante, con Asela hacíamos que Julio fuera el
juez que decidía cual de los dos cantaba mejor. Ella siempre recibía el mayor puntaje,
aunque sospecho que Julio hizo trampas aquella vez que
cante esa que decía: borriquito como tú, tururú, que no sabe ni la
u, tururú; porque no es que diga mentiras o quiera inspirar lastima, lo
hice bien y su negación a dejarme ganar castraron mis inclinaciones
vocalistas. Y ahora me pregunto el por qué no quise ir al espacio. Rebuscando
en mi mente, creo que fue por culpa de mi tía Sila: un día mientras ella
envolvía en algodones la pila de la nevera para filtrar el agua le conté que un
astronauta norteamericano había caminado por la Luna y plantado una
bandera en el suelo. Recuerdo que termino con la madeja blanca de algodón y me
dijo: pero mira que tu eres bobo chico, ¿como tú crees que eso es verdad,
si los estados juntos hubieran hecho eso, porque no vemos la bandera en la
Luna? Me quede pensando en sus palabras y después de escrutar por varias noches
a la cambiante esfera iluminada me di por vencido y decidí que ese nunca sería
un verdadero trabajo para mí, porque todo era mentira. Entonces, ni cirujano,
ni escritor, ni basurero, ni cantante ni astronauta ni nada. Y en estos
días no dejan de hablar y mostrar el video del astronauta allá arriba,
pasándola de lo mejor. Como dije antes, las cosas no son tan lineales. Yo
imaginaba a esos hombres dentro de las naves aprisionados en unos asientos
incómodos, con trajes de mamertos, con esos cascos claustrofóbicos,
exponiéndose a encontrarse con un Alíen baboso que solo piensa en almorzárselos
y ¿que es lo que veo? : un hombrecito con bigotes, cantando mientras toca una
guitarra (aunque no el borriquito como tú, tururú) jugando con los
trastes alrededor del, lavándose los
dientes, comiendo con una cuchara flotante, hablando y mandando mensajitos
a Twitter, o sea, pasándola de lo mejor, relajado, vacacionando y así
cualquiera, ¿no? Por eso digo como me conto una amiga hablando de los
alemanes: oye, que no son tan tan inteligentes ni na ni na!
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