En estos días no me ha dejado de dar
vueltas en la cabeza la idea de escribir un post de preguntas y respuestas. Por
supuesto, yo mismo formularía ambas, porque esta demás aclarar que a mí nadie
me entrevistaría. Hace más o menos veinte años, el esposo de Sara
mi suegra, que es periodista de The Miami Herald, me pidió hacerme
una entrevista en conmemoración de un aniversario del Mariel.
Acepte. Esa tarde me llamo una reportera del periódico diciéndome que estaban
entrando al barrio acompañada de su camarógrafo. Entre en pánico. Terror,
sudores, discusión con Mariana, hasta que hui por la puerta trasera y no
regrese en varias horas. Deje a mi mujer con la ingrata tarea de recibir
y mentirle a la periodista. No puedo todavía imaginar lo que aquella mujer pensaría
de mi. Así fue como perdí mi única oportunidad de salir en un periódico.
Ahora hablamos sobre aquel incidente y nos reímos. El tiempo le resta
dramatismo a casi todo. Pues bien, volviendo al principio; imagine una serie de
preguntas y aunque todas las respondía mentalmente, me parecían demasiadas
provocadoras, algunas hirientes a ciertas sensibilidades y además, absurdas.
Las preguntas eran ( uno lo reconoce después ) una especie de demostración de
mis rabias, de algunas frustraciones y un amasijo de blasfemias ( dichas
lindamente, claro, sin olvidar que jugaba al intelectual ) hacia algunos
hechos y personas que todavía logran molestarme. Mientras las formulaba y las
iba contestando, las desechaba. Sentía una abulia tan atroz y era tanta
la insignificancia de mi objetivo, que, por suerte para mis lectores que
cada día se multiplican, no lo voy a escribir (el post del Kamasutra lo
han leído 46 veces, restándole dos lecturas mías, 44 posibles lectores han
disfrutado o se han desencantado con algo escrito por mí, ¿no parece increíble?,
aquí debía de escribir jajaja, pero eso es para los text messages).
Bueno, tendría que comenzar haciéndome preguntas del por qué quisiera hacer
algo así y las respuestas que formulo no me dejan muy bien parado que digamos.
¿A quién le importaría si digo, por ejemplo que me molestan, sobre todas las
cosas la estupidez y la maldad humana? O que a esta altura de mi vida puedo
dejar un libro a la mitad si su lectura me aburre, aunque sea considerado una
gran obra. ¿O lo que creo del exilio recalcitrante? ¿Alguien pondría el
grito en el cielo si cuento que la Mona Lisa, cuando la vi, con un nudo
en la garganta y aguantando los empujones de los japoneses y sus camaritas fotográficas,
se quedo en silencio la cabrona y no me dijo: mira chico, aquí
estoy, ahora orínate en los pantalones, por cuantos años esperaste? Entonces desistí,
como hago con tantas otras cosas. Sera un proyecto más que quedo trunco. Y no pasa na'.
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