Debo
rectificar algunas frases dichas a la ligera. Debo de hacerlo porque sí, por el
simple motivo de demostrarme a mí mismo lo equivocado que puedo estar, aunque
con eso no cambie nada, no arregle ni demuestre alguna idea nueva. He dicho
(entre otras tonterías) que no tengo esperanzas. Hoy, sentado aquí, pensando en
las cosas que llevo pendientes, las que de alguna manera soterrada influyen
para molestarme, para inquietarme, me
digo que sí, que es la esperanza o la idea de que algo puede cambiar, que podría ser mejor, lo que hace que camine hasta el carro, abra
la puerta, lo prenda, trabaje, etc. Si no hubiera una pequeña, ínfima, lejana
idea de un posible cambio, ¿cómo podríamos?
Comencé a
pensar en esto viendo un programa por televisión sobre el suicidio. ¿Es
entonces la pérdida absoluta de toda esperanza la que lleva a las personas a
desaparecer violentamente? ¿Qué pasará en ese último instante por la mente del
suicida, antes de apretar el gatillo o lanzarse al vacío? ¿Es la desesperanza
la vía más común del suicida? Pienso en
eso y no tengo una respuesta concreta. Voy a seguir preguntándome: ¿pero acaso
el suicidio conlleva una esperanza? Creo
que sí. ¿Cómo puedo hacer esa afirmación
de algo que es el punto desde donde no se vislumbra ninguna luz? ¿Será que es ese instante oscuro donde se
pierden todas las expectativas? Ya dije antes que no tengo una respuesta
concreta; pero observándolo desde una perspectiva a distancia, pienso que todo
suicida debe tener un ápice, una mínima cuota final de esperanza. Por ejemplo:
creer que terminaría un sufrimiento, acabar con el dolor que trae la pérdida de un ser querido, evitar la
cárcel, cortar con una enfermedad que consume y elimina todo el placer de
vivir. Estos pueden ser, a grandes
rasgos algunos de los motivos. ¡Y en todos ellos existe la esperanza! En todos
está la necesidad de "otra
cosa", otro paliativo al sufrimiento. Podría nombrar algunos aún más
terribles: suicidarse para castigar a alguien, para inculpar a un tercero,
hacerlo para que la propia destrucción salpique de dolor a otros. Motivos estos llenos de una malsana y absurda
actitud; pero ahí están, es la meta para lograr algo, la luz que buscan al
final de su oscuro túnel. Entonces, es
la esperanza la columna de las religiones, la idea de Dios, el motivo de las
más crueles revoluciones, la unión de dos personas, los hijos que engendramos.
Antes de terminar voy a plantear otra idea surgida de la fábula tan manida del
túnel de la muerte y la luz al final. Los que la cuentan, por supuesto, están
vivos. Despertaron de un coma y dicen recordar que caminaban por un túnel
oscuro y al final de ese túnel, vieron una luz. Nunca llegan a la luz,
despiertan antes. Sería interminable la lista. Es una historia que todos hemos
escuchado. La luz, dicen algunos, es Dios. Yo pienso diferente. Todo el que
está muriendo persigue, desesperadamente, seguir viviendo. Ese túnel y la luz
al final no es más que la ineludible, perenne y simple ganas de vivir. La
esperanza de liberarte de lo que te está matando. Pensándolo así, rectifico, y
aunque no sea propenso a usar esa palabra, sí tengo esperanzas, aunque ahora me
suene como un absurdo.
Me ha gustado la conclusión que le dista a la esperanza que surge en la muerte, creo que sí tienes razón, esa luz debe ser la esperanza de querer librarnos de lo que nos mata.
ReplyDeleteSaludos.