Saturday, October 24, 2015

El ciclo imparable

                                                       foto: mariana aguero

En un pasaje de La Peste, la famosa novela de Albert Camus, el doctor Rieux, espera por alguien que desea hacerle una entrevista. Mientras, distraídamente, observa a su madre que, sentada en una silla en el comedor, mira por la ventana hacia la calle desierta, y "su bella mirada marrón hizo revivir en él años de ternura". Tienen una ligera conversación sobre la epidemia que azota la ciudad. Después, con cierta prudencia, le pregunta:
"-¿Tienes miedo, madre?"
Ella le responde:
"-A mi edad no se teme mucho."
Si esos párrafos los hubiera leído hace tres semanas, jamás los utilizaría. Pasarían inadvertidos, sin nada que los resaltase por encima de la historia que se narra. Pero la vida es complicada e impredecible. Cuando menos lo esperas, te vira del revés y de pronto te sientes desesperado, buscando una mínima bocanada del aire que, unos segundos antes, inundaba tus pulmones.
Mi madre cayó en un pozo de terror donde unas voces extrañas le comunican que me ajusticiaron en plena calle, o que van por mi hermana para secuestrar a su hijo adolescente. De pronto, la mujer que exigía, hacía planes, reprochaba, y echaba pa'lante, se convirtió en una enorme niña asustada, clausurando puertas, apagando las luces, temiendo a la pantalla del televisor o a los enchufes de la electricidad.
Ahora va y viene entre la realidad y un mundo hostil, esperando o anunciando catástrofes familiares, sumergida en una angustia insondable.
Hoy, cuando desperté con la desagradable alarma del reloj, una frase cruzó por mi mente. Aunque es una frase usada frecuentemente por casi todo el mundo, no podía dejar de repetirla en silencio. Todo está sujeto a un ciclo indisoluble: nacer, crecer, envejecer y después, el final. Pero, en el espacio de cada una de esas palabras, puede insertarse cualquier otra; por ejemplo, enloquecer. Me repetía como un mantra: nacer, crecer... enloquecer y desaparecer.
Como una muestra de que todo está conectado al ciclo imparable, hace solo un rato llamó mi nieta Nataly para decirme que ya estaba haciendo escala en el aeropuerto de Atlanta, y esperaba para abordar el avión que la traerá de vuelta a casa. Mientras hablábamos apurados, interrumpidos a cada momento por las fallas en la conexión telefónica, pensaba en el primer instante que la vi; dentro de una especie de caja transparente, lloraba y agitaba los brazos y las piernas como un animalito desconcertado y vulnerable; pero cuando fuimos a tomarle una foto, la cámara dejó de funcionar.
Ahora cumple quince años y, a cambio de fotografías ridículas, trajes aún más ridículos y una fiesta sin sentido, nos pidió visitar New York.
Ayer paseó sin mí por el Central Park, estuvo frente al edificio Dakota imaginando a Lennon, se trasladó en el metro, visitó museos, caminó las calles, y sintió el frío de la ciudad de la que tanto le he hablado. Ahora comienza, por ella misma, a obtener el material para sus propias historias, y es como si todo se volviera a repetir.










3 comments:

  1. La vida se compone de ciclos que conllevan a una historia...esta bello,me gustó mucho...Baby

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  2. Me agradó mucho. Tiene una narración sencilla, pero muestra una gran sensibilidad humana.
    Armando

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  3. Ya lo decía Gil de Biedma:
    Que la vida iba en serio
    uno lo empieza a comprender más tarde
    -como todos los jóvenes, yo vine
    a llevarme la vida por delante.
    Dejar huella quería
    y marcharme entre aplausos
    -envejecer, morir, eran tan sólo
    las dimensiones del teatro.
    Pero ha pasado el tiempo
    y la verdad desagradable asoma:
    envejecer, morir,
    es el único argumento de la obra.

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