En el aeropuerto de Miami (no tengo
conocimiento si en otros también) de vez en cuando la policía pone trampas para
atrapar a unas cuantas gentes. Dejan sobre un asiento una cámara fotográfica
"olvidada", una maleta sin supervisión, carteras, etc. Después los
encargados de estas genialidades, se sientan tranquilamente como un simple
pasajero a conversar, leer el periódico o a jugar con el celular. Por
supuesto, alguien cae. ¿Quien no recibe la sensación de terror y goce
cuando encuentra algo de valor, olvidado por un desconocido? Si, ya lo sé: la
ley y el civismo indican que debes entregar lo hallado al
departamento de perdidas o alertar a la autoridad correspondiente. Pero, lo que
no entiendo es el cepo, la arrogancia, el poder para analizar, supervisar
y juzgar los actos ajenos. Creo que nadie tiene el derecho de tentarme, o
vigilarme para ver hasta donde puedo llegar. Una cosa es
atrapar a un ladrón y otra muy distinta es hacer al ladrón. También usan esas
mismas tretas con la prostitución. Ya sé, es la ley, está prohibida.
Perfecto, no se puede ir a buscar una mujer y ofrecerle dinero para tener sexo.
¿Por qué no? Veamos: ante todo confieso que nunca he ido a la cama con una puta
que me cobre (sin que cobren, con varias de ellas). Pero creo que si una mujer
quiere ganar dinero y usa su cuerpo para eso, es su derecho. No me digan ahora
que la explotación, las enfermedades, los derechos humanos, porque también
hombres y mujeres son explotados en factorías, campos de siembras, oficinas y
el copón divino y no veo a la policía defendiéndolos del empleador ni de las
condiciones laborales. Todo lo demás son efectos colaterales. ¿Por que razón
una mujer adulta no puede ofrecer su cuerpo y que le paguen por ello? Lo veo de
la misma forma que cuando se ofrece de cocinera o conductora de trenes o
actriz. Todos damos algo a cambio del dólar. El culo o la vida misma. Todos, de
una manera u otra, nos ponemos en venta.
Saturday, March 30, 2013
Hombre-Mujer
Existe una fabula que cuenta que en
sus orígenes el hombre fue creado varón y mujer. Estaba, me imagino, de lo más
contento, porque si quería esto, movía la mano y allí lo encontraba y si
deseaba aquello, pues solo otro movimiento y ¡voila! Pero parece ser que desde
los primeros tiempos, la felicidad en la casa del pobre dura lo que un merengue
en la puerta de un colegio (realmente este dicho tan repetitivo entre
nosotros es un poco ambiguo y falto de imaginación) y por alguna razón ignorada
por mi (lo cual no significa que exista) un día Dios se encabrono con el
hombre-mujercita porque como todos sabemos, el gran señor es muy
moralista y los vio allí con arrumacos, disfrutando, dándose amor y todo
lo demás que podían compartir estando tan junticos y de un
movimiento enérgico de dedos zuuap, los separo. Entonces fueron hombre y mujer.
Por supuesto que no está en la historia, pero yo imagino que cuando se
vieron separados, uno de ellos, no se si fue el hombre o la fémina, dijo:
¡pa' tras ni pa' coger impulso! y salió huyendo por todo aquel matorral como
alma que se la lleva el Diablo. Definitivamente fue la hembra, que en esos
menesteres suele ser más decidida. ¿Entonces que hizo la otra mitad? Pues lo
que hacemos todos sin excepción, correrle atrás, buscarla, gritar,
desesperarse, crear fantasías o tener ilusiones, que sería lo mismo. Y así comenzó
la historia de nunca acabar. Buscar, creer que se puede encontrar "el alma
gemela", vivir esperando algo sin saber muy bien qué es lo que se espera.
Añorar la mitad perdida. Pero esa manía inútil no es solo entre
hembra y macho; también se ve en las amistades, y sobre todo en la familia. Se
vive cuidando y soportando parientes, arreglándole las chapucerías a
primos, hermanos, padres, sobrinos y toda la parentela, porque uno cree
que el otro, de alguna forma es también tu otra mitad. Mentira. Es inútil. No
existe. Se es solo. La otra mitad no la conoce ni tu sombra. La fabula
continua: una parte de ti, que está en tu imaginación, existiendo en algún
lugar. La esperanza. Creo que fue Reinaldo Arenas el que dijo que se tenía
que ser solo.
Saturday, March 23, 2013
La casa
Ya no existe la casa. Solo un recuerdo
herido cuando miras la capilla como apoyándose en las horribles paredes.
Me tope con la foto de repente y no sé que siento. Busco y no se... no
encuentro nada. Aquella casa está en mi memoria, vieja, desvencijada, llena de
olores y de gritos y de golpes y de vida vivida. No está y lo que queda es como
una broma de mal gusto, una continuidad del absurdo. La casa es un espacio que
no encuentra un lugar en el pasado que recuerdo. Los muertos de ella,
tampoco están, ni las paredes, ni las matas, ni los perros. Queda la
ausencia, la indiferencia, el olvido. Queda la casa conmigo.
Mariposas
Los poetas, pintores, cineastas y
escritores han utilizado a la mariposa hasta la saciedad. Me pongo tenso cuando
veo una alusión sobre este insecto en alguna obra. Siempre me resulta, de tan
manida su imagen, una idea que linda en la bobería. Particularmente, a mi me
gustan mucho. Sus colores, su vuelo inseguro. Pero si se la observa con un buen
lente o con microscopio, puedes ver a un monstruo espeluznante.
Ahora estoy en el lunch, como siempre apartado del grupo, de la gritería y muy
aburrido, mejor decir preocupado. Mi rutina es para mí algo sagrado. Soy monotemático,
camino por los mismos lugares, manejo por las mismas calles, sigo horarios
exactos y cuando algo de todo esto se desestabiliza, me siento atrapado,
molesto, surgen dolores de cabeza y mi inseguridad es aun mas
incontrolable. Pero bueno, ¿tiene algo de esto que ver con las mariposas? No
tiene nada que ver. Lo escribo porque quiero y para darme psicoterapia, una
palabra que odio y no resuelve nada. Leyendo algunas cosas sobre ellas
supe que la mayoría no duran más de una semana, a lo sumo dos o tres. Como
no tengo cerebro de mariposa (de mosquito creo que sí, tomando en
cuenta los millares de errores que he cometido) me parece su tiempo de
vida minúsculo e inútil, ya que se lo pasan buscando pareja para la continuidad
de la especie y huyendo de los depredadores y en Cuba de los niños (tan amables
y cariñosos los niños) que las persiguen para destrozarlas en pleno vuelo con
un ramo de marabú erizado de espinas. O sea, que la vida es difícil como
quiera que te pongas, aunque te disfraces de cocodrilo. Entonces sabiendo
más o menos algunas cosas de esos bichos, no entiendo muy bien como se
atreven los artistas a crear imágenes de mariposas como si fueran algo
delicado, candoroso, femenino. Sera porque tampoco poseo un cerebro de
artista y no puedo ver el candor y la dulzura de un monstruo chiquito. Y
para colmo, los científicos, que quieren demostrar que son muy importantes les
ponen unos nombres impronunciables: Carcharodus alceae, Hesperia comma,
Ocholodes sylvanus y así, hasta el infinito. Nosotros en el barrio acabábamos
con ellas, pero con un ápice de bondad las llamábamos Blanquita, Amarilla,
Cebra, Cocinera, Bruja, Malagüera, etc, etc, que de cierta manera era más
humano. Porque no sería lo mismo si cuando veíamos una en pleno vuelo hubiéramos
gritado: ¡ ahí viene una Pyrgus alveus, al abordaje!!! Casi las tratábamos
como a familiares: ¡que linda Blanquita... fuaff!.... De esa forma, aun sin
saberlo, contribuíamos al balance de la Madre Naturaleza.
Mariana
foto: m aguero
Sábado y salimos temprano. El amanecer tiene
magia, habla con un tono diferente. Mariana carga el maletín con
los lentes, el pequeño trípode, sus deseos de vivir. Busca un pedazo de hierro,
un tubo rojo, un pájaro. Con el lente crea poesía. Observo los alrededores
donde vivimos hace ya tantos años, que ella descubre, capta, toman un color,
viven de otra manera. Una vulgar pared, una flor, el árbol, el insecto, el
grupo de vacas, el camión. Sin una palabra grita y muestra la vida que nos
rodea y que ignoramos. Intuye, observa, pelea con ella misma, dispara. El
color, una gota de rocío, la tela de araña. Se empeña, se equivoca,
regresa, persiste. Esa es la poesía.
Sunday, March 17, 2013
Bicho
Sé que el tema está muy gastado. Sé
que a nadie le importa un comino mi opinión y mucho menos lo que escribo y bla,
bla, bla. Pero no veo un atisbo de luz, una grieta por donde pueda colarse la
maravilla de creer en el bicho humano. Mi aura tiene que tener colores oscuros.
La imagino de un morado, tirando a un gris ratón. Aunque tampoco creo en eso.
No creer, cuestionarlo todo es difícil; es como si la vida fuera un camino
cuesta arriba. Lo ideal sería sonreír bovinamente y comer y defecar y a veces
revolcarse con otra persona y ya. Creo que muchos lo hacen y no imaginan
el milagro que es su vida. Soy egoísta. Me cuesta pensar en general en la
raza humana. Como grupo es una mierda. Individualmente, bueno, algunos hacen
cosas que valen la pena. Jamás podría ser un hombre que lucha por un pueblo. Parecerá
superfluo, ¿pero sacrificarme para que mi vecino tenga privilegios o libertades
o mas comida y esas cosas? Ni que fuera anormal. ¿Que estoy enfermo de
rabia, de egoísmo, que soy un egocentrista? Todo eso puede ser y aun mas.
Comprendo que mis razonamientos son simples: todo esto y miles de
otras cosas lo cargan también los demás, entonces, yo me
siento más o menos a gusto en mi idea de apartar al bicho. Ademas, ¿a quien le importa?
Saturday, March 16, 2013
La feria
En los terrenos de una iglesia del
barrio, en esta época del año, levantan, como algo mágico, una feria. Lo que
antes era un espacio infinito de hierba se convierte en un espectáculo de
luces, monstruos en movimiento, olores a dulces y comidas refritas, gritos, algarabías,
risas, adolescentes y niños. He visto un poco, cuando arman todo este
amasijo de locuras, a hombres que son la imagen del desapego y de
la soledad. Caras y cuerpos cansados que se mueven sin raíces por las
intrincadas ciudades del país. Hombres y mujeres marcados por el alcohol y las
drogas. Gente arrancada de "los terribles encantos que tiene el
hogar". Viven y se hacen viejos mientras la carretera no es más que la
continuidad de lo mismo, tras los amasijos de hierros viejos
vueltos a pintar, para maquillar la decrepitud. Vida vivida
en cualquier lugar, recuerdos mezclados y confundidos en la prisa diaria. No ha
cambiado mucho esta tradición legendaria. Imagino que son como una raza
apartada, desperdigada y casi invisible. Sin libros, ningún cuadro o fotografía
adornando una pared deseada, sin un árbol que cuidar. Ya esta lista la
fiesta. No se piensa inmerso entre el ruido, las luces y la vida dando vueltas
y vueltas. Gritos, comidas, tickets. Los hombres invisibles esperando. Cervezas,
drogas, rabia. La feria
espera. Pasen todos.
Nada que decir
Hace días que no escribo. Leo, miro,
vuelvo a leer y algo me da vueltas y vueltas. Cuando no logro decir nada que
medianamente me satisfaga, me siento mal. Voy a ser sincero: me da pánico.
Siento como si no pudiera volver a decir una palabra, crear una imagen.
Aparte de sentirme mal por eso, realmente me duele todo. Los brazos, las
piernas y la ingle. Por momentos presiento que el bicho de Aliens se retuerce
dentro de mí. Aunque trate de no demostrarlo soy un poco hipocondriaco. Un
dolorcito en el hombro izquierdo y comienzan las imágenes truculentas de un
hearth attack. La pierna y me imagino sin poder caminar, arrastrándome
por el suelo. Me aterroriza la idea de que me tengan que limpiar mis
miserias. No es pose, estoy diciendo la verdad. Hace unos minutos hablaba con
un tipo argentino que viene al trabajo de vez en cuando. Es algo así como el
fumigador, o ratonero o que se yo. Este hombre, como argentino que es, viene de
otro planeta y vive en una actuación made in Argentina, patagónica,
constantemente. Pero bueno, le gusta Pablo, Silvio y ya eso lo hace más
asequible. Le decía que creía que todo lo que éramos, estaba sujeto por
una cuerda tan delicada, que la vida no era más que una sucesión de milagros.
Que todo era extremadamente frágil y perecedero, que un minuto después
del que ya vivimos es casi un acontecimiento triunfal. Mas o menos eso le decía,
porque me gusta a veces ser un pedante y mostrar una filosofía que ni es cierta
del todo y que tampoco me pertenece. Entonces el comenzó a disparar su descarga
metafísica y profunda, con música de bandoneón. Y mientras hablaba yo imaginaba
un bife de chorizo del tamaño del plato con papas fritas y una copa de Malbec,
acompañado con un tango de esos de sufrir de verdad, que me encantan.
Es bueno hacer esas cosas de vez en cuando. Mariana lo odia. No
entiendo muy bien porque. Mariana es la mujer más inteligente que he
conocido. Y Sara, su madre. Pero ella odia que me ponga a "hablar
mierdas". Ella es mas practica. Su cerebro es una mezcla de matemática y
bondad. El mío es una especie de maquinaria que crea musarañas y por momentos
tiene destellos del Cromagnon. Así somos, ¿que le vamos a hacer? ¿Quien puede
cambiar a esta edad? Además, no cambiaria absolutamente nada. Solo mi
sedentarismo. Que me guste correr, brincar, sudar y esas cosas que hacen
millones de personas con tanto placer. Mentira, cambiaria otras cosas también.
Pero no las voy a decir aquí, que está bien que uno sea abierto y que no le
importe lo que otros piensan; pero de ahí a caminar en cueros va un gran
trecho. Bueno, como dije al principio no tengo nada para escribir. Entonces será
mejor que me calle, que no hable más mierda, que en boca cerrada no
entran las moscas.
Habemus Papam
El asombro no tiene fin. Creo que lo
he visto todo y de pronto, como por encanto, frente a mí se abre un nuevo
panorama con matices paranoicos, por no decir tristes, casi incomprensibles
por la simple y continua brutalidad. Cuando observo a los animales en su
lucha por la supervivencia, no dejo de imaginar que es terrible vivir de
esa forma y sin embargo la vida cotidiana me demuestra que se puede ser aun más
salvaje. Nacen personas que solo están ahí para hacerle la vida un poco mas difícil
a las demás. Es el cuento de nunca acabar. Para hablar de otra cosa, allá
en la Ciudad del Vaticano están reunidos a puerta cerrada los clérigos para
elegir un nuevo Papa. Aguardan por la iluminación divina para escoger al
que nos conectara con el Espíritu Santo. Afuera miles de seguidores emocionados
esperando el humito blanco: Habemus Papam! La vida no deja de asombrarme. Y los
reyes y la pompa ceremoniosa y los seguidores de todas esas fanfarrias. Lo
mejor de todo son los chistes que circulan por la internet con relación al
estrenado Pontífice argentino. Eso demuestra que no todo el mundo se toma muy
en serio a la iglesia y así es más saludable. Una de las cosas que leí
fue que van a cambiar el agua bendita por chimichurri. Me dio mucha gracia.
Creo que todos estos espectáculos de cierta manera son necesarios. La gente
quiere diversión y como algunos van a un concierto de rock y se
enloquecen y gritan y les dan patatús, otros van a la Plaza San Pedro por
el espectáculo divino y otros en Caracas siguen a paso de rumba, comiendo
arepas a la momia de Latinoamérica Tutanchavez. Así somos, aburridos y simples,
buscando un guía que nos señale el camino en el que nos perdemos, aunque llano
sea. Como dice los
puertorriqueños: no hay mas na'.
Sunday, March 3, 2013
La Virgen en la ventana
Han pasado muchos años desde que deje
atrás aquel episodio. Pero hoy, buscando aburrido en el librero un
libro cualquiera, me tope con él. Lo abrí y allí estaban las imágenes de una
Cuba casi surrealista, que no tiene nada que ver conmigo. Por lo menos no tiene
nada que ver con las memorias que tengo de aquel lugar. Pero de todas formas es
un libro lindo. Y es un libro que me recuerda un acto de miseria, un acto
cobarde. Algo que hice y que no me gusta. Es un libro robado. No a una
biblioteca o de una tienda o de cualquier otro lugar que no supondría para mí
el menor arrepentimiento. Si enumerara los libros que me he robado de librerías
y bibliotecas, no cabrían en una página. Se lo robe a una persona. A un
compañero de trabajo. A un gran hijo de puta que trabajaba conmigo.
Fue así:
Donde laboraba en aquella época,
había varios personajes de esos que quisiera tener muy lejos y que el
destino y la necesidad me han obligado a soportar día tras día. Yo era joven y
era engreído; me creía inmortal, fuerte y capaz de todo. Resumiéndolo,
solo tendría que decir que era joven. Todas las horas que pasaba en ese
lugar las gastaba tratando de trabajar lo menos posible, comer lo que
encontraba y reírme. Me reía de casi todo.
Por eso y una actitud de
superioridad ridícula, me ganaba enemigos. Algunos me miraban y comentaban
sobre mi cosas a mis espaldas. Algunas eran reales, otras producto de sus
odios y sus cerebros fronterizos. Carlos era un tipo que llevaba
trabajando allí cuarenta años. Era un chequeador. Regulaba los pedidos,
etc, y también era chivato, mal intencionado, venenoso como una
serpiente y de esa generación que nos miraba como a delincuentes arribistas y
malagradecidos; con ese sentimiento de: nosotros somos lo que somos, ustedes
son una porquería. Algo así. A mí, particularmente, no me soportaba.
Tuvimos dos buenos encontronazos y ya no nos hablábamos. Solo cuando era
absolutamente necesario por razones de trabajo.
Un día trajo un libro. Estábamos todos
en el comedor, a la hora del lunch y se acerco a la mesa y anuncio el libro
como un regalo que alguien le había hecho. Lo mostraba a todos, menos a mí, por
supuesto. Yo me moría por verlo. Escuchaba los comentarios sobre las
fotografías y sentía una envidia que me corroía por dentro. Nunca me paso por
la mente ir a buscar aquel libro y comprarlo, cosa que cualquier persona cuerda
hubiera hecho. Mi mente solo giraba alrededor de "aquel libro". Tenía
que verlo, tenía que tenerlo en mis manos. Lo vigile. No dije nada a nadie, no
me cague en su madre, como de costumbre, no demostré nada. Después lo robe. En
la mínima oportunidad que dejo el libro sin vigilancia, cayó en mis manos. Lo
oculte. No tiene sentido describir lo que sucedió cuando se dio cuenta que
no estaba, ni lo que grito, amenazo, condeno. Yo me sentía feliz y
con mucho miedo de que me descubrieran, pero lo pude sacar y lo lleve a mi
casa.
Así paso todo. Así pasaban las cosas
en aquel lugar de locos. Creo que al cabo de varios días, ya nadie recordaba el
libro robado. Y yo seguí recibiendo las miradas de cuchillos de Carlos, sus
venenos a mis espaldas y como devolución, el las mías y mi mayor desprecio.
Sin darme cuenta, un día no vino mas a
trabajar. Me entere que estaba enfermo. No me importo. Me alegro saber que no
lo iba a ver. Y todo siguió sin el de la manera más normal.
Una mañana llego de sorpresa.
Venia de visita. Lo vi de lejos y no lo reconocí. Se había convertido en un
muñequito frágil, cetrino, encorvado. No pude evitar un estremecimiento. No me
acerque a él y creo que no me vio. Después se volvió a ir y no lo recordé mas.
Carlos regreso. Lo vi hablando con
otros compañeros de trabajo. Era como un diminuto títere viejo,
entre los hombres que lo rodeaban. De lejos miraba aquella imagen y no
lograba descifrar que era lo que sentía por él. Vino a donde yo estaba.
Me saludo y me dio la mano. Al apretar la suya, recordé la tarde
cuando agarre la lagartija que retorciéndose, me ofrecían
los amigos para no ser menos que ellos. El terror y la repulsión. Traía
un álbum de fotos. Me dijo que si quería verlas, que eran fotos de la Virgen
que lo visitaba todos los días. La Virgen se paraba junto a la ventana y lo
miraba largamente. Solo lo miraba. Me mostro las fotos. Las manos le temblaban
cuando me señalaba cada fotografía idéntica una de otra, pagina tras
pagina.
- Mira- decía- ves a la Virgen, ves su
imagen?
Yo veía unas ramas de un árbol y una
pared y la sombra del sol, pero le dije que se veía claramente.
- ¿Verdad que si se ve claramente,
verdad?- contesto y me pareció una súplica.
-Claramente, la veo claramente- fue mi
respuesta.
Después se fue y sentí un alivio de
que se fuera y un sentimiento como de tierra húmeda en la garganta.
Alguien le comento que en Atenas
había un doctor o un curandero, que practicaba la medicina de los
antiguos y que podía curar su enfermedad. Y se fue en busca de las pócimas que
usaron Arquímedes, Aristóteles, Herodoto y otros más. Imaginaba a Carlos
sentado en unos cojines, con una túnica blanca ingiriendo un asqueroso mejunje
en una copa de metal con inscripciones de batallas y dioses del Olimpo. Me
hacían gracia esas ideas.
La última vez que lo vi, traía un
álbum nuevo. Me mostro otra ventana de su casa, donde ahora la Virgen le
hablaba. Le decía que todo iría bien, que no temiera, que todo iría bien. Me
hablaba y su voz era como el sonido una maquinaria frágil. Como un
estertor lejano que se confunde entre el ruido y el aire.
Nos despedimos con un apretón de
manos. Era como apretujar el cuerpo tibio de la lagartija. Lo
vi alejarse con el álbum en la mano, como un colegial que demora los
últimos segundos para entrar a la escuela.
Saturday, March 2, 2013
98%
Si tuviera posibilidades económicas y
mis movimientos en la vida diaria me pertenecieran, no dudaría un segundo en
apartarme del tumulto al que me somete la necesidad. No soporto al 98% de las
personas. El otro 2% son los que de alguna forma amo, o sea, que estoy obligado
por una sinrazón inexplicable de la que casi todo el mundo padece más o menos,
intensamente. No creo estar loco al pensar así, ni me siento muy egoísta o
ciego a la realidad. Es que la mayoría de la gente me parecen un estorbo,
una imposición. No conozco una canción mas ridícula, hipócrita, mentirosa y
tonta que aquella de Roberto Carlos queriendo tener un millón de amigos. ¡Que
horror! No tengo capacidad para tanto. Sería tan aburrido. No sé de que podría
hablar con más de dos, a lo máximo, tres amigos. Mis temas de conversación
son muy limitados, lo que no me permite imaginar a muchos escuchándome. Ni yo escuchándolos.
Recuerdo que hace años, antes de quemar todos mis navíos al llegar
Mariana con su olor a miel y cargando sus canciones brasileras, que
vivía obsesionado por la conquista. Tener un cuerpo más en la lista era una razón
primordial. Por supuesto que en este momento no conquistaría ni a la
Cucarachita Martina, pero de solo pensar que tendría que ocupar mi espacio para
hablarle a una mujer, mentir convincentemente (es imprescindible en toda
conquista), conversar con ella, reír, hacer que el momento fuera
aceptable; no puedo, ya no puedo. Entraría automáticamente, por mi propia
incapacidad en el 98%. No me queda ni siquiera la esperanza del
descubrimiento. Las tierras antes conquistadas me mostraron que la tierra es
tierra, es tierra, es tierra. Entonces, agarrando el hilo por lo que comencé
esta mezcla de ideas trastocadas, viviría rodeado de muros, o por lo menos
lejos del montón. Es muy aburrido tener que sonreírles cuando lo
que quieres es mandarlos a la mierda. Dentro de unos días llegara mi hermana.
Hace 33 años que no nos vemos. Pienso en ella y veo a una niña muy linda frente
al espejo de la vieja cómoda, con una toalla en la cabeza imitando el pelo
largo que mi madre le mantenía muy corto. Siempre veo a esa niña. Y un vacio.
Un silencio que no sé cómo llenar. Y como casi siempre ante todo lo que me
mueve los débiles cimientos que he creado, temo.
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