Hoy no tengo el periódico. Me siento y miro
hacia delante y descubro cosas que siempre estuvieron allí. Feísmo, leí una
vez. El afiche de la mulata vestida de pirata: pick up a pirate! dice, mientras
ella me mira empuñando una botella y con sus labios creo que me dice: de este
vino no beberás y lo repite: de este vino no beberás. El almanaque
agarrado con scotch tape. Esa rubia también me mira. Empina las tetas y aguanta
la respiración. Mira, me dice. Miro. Veo todo. Imagino todo. Esta acostada en
la arena. El mar es azul. Mira, repite. El mar es azul y es dorado. Se va
moviendo. Las olas llegan y no la tocan. Mira, susurra. ¡Oh, el mar!
pienso. Las olas tienen un sonido, prrrrfchplaff.... escucho
atento, plaff. Alrededor mío el polvo, los utensilios para mi trabajo, la
toronja picada, el sobrecito con azúcar de dieta. Esta no da cáncer, los otros sí.
Yogurt de blueberry. Que mierda. El text message, reviso Facebook, nada veo que
no sea la incomunicación habitual y la misma bobería. Pienso que en alguna parte
alguien no está bien, que otros ríen y otros entran al Zoológico, esperan en la
consulta de un medico, otros viven en el terror. Recuerdo las ruinas de
Chichen-Itzá. El silencio. Las columnas y las piedras alrededor del cenote.
Pero sobre todo el silencio. Llaman a alguien a la oficina por los speakers.
Salgo un poco de mi letargo. Que rápido pasa el tiempo del break. Ya no están
las ruinas ni el silencio y el mar no es ni azul ni es nada, y no suenan las
olas allá en la barranca, ni hacen plaff, nada. Vuelve a tronar la música
terrible en cada radio. Truena y entra y raspa y maltrata. Los ruidos. El
no silencio, el no espacio, el no mar, el no color. Me levanto. Tengo
que seguir, para eso me pagan.
No comments:
Post a Comment