Cuando se traslada de un
lugar a otro va dando golpes de boxeo al aire, la mayoría de las veces produce
un grito agudo, como el de una corneta que una y otra vez sonara
eeeeeeeiiiiiiiiiiigggggrrrrr, interminablemente. Ahora que intento escribir esta onomatopeya
horrorosa, comprendo que se me hace difícil porque no es un sonido de este
mundo. Este personaje del que estoy hablando es una especie de animal que aún
no aparece en ninguno de los catálogos de la zoología universal. Pero ahí está, lo veo y lo sufro
diariamente; es erecto y camina en dos patas, entra a mi trabajo y por lo que
he podido observar, no causa terror en los humanos. Eso es algo que no
comprendo del todo. Voy a aclarar que aunque yo sea humano, no todo lo
comprendo de nosotros mismos. Por
ejemplo: si en este instante comenzara a caminar por aquí una hermosa jirafa,
desplegando toda su gallardía, su cuello infinito, su belleza, estoy seguro que
todos correrían huyendo, la golpearían, llamarían a la policía; como aquella
vez que una iguana de color naranja y amarillo, preciosa, se negaba a bajarse de uno de los camiones que traían mercancías.
Entonces, a esta cosa que galopa, patea, chilla interminablemente, y reparte
amenazantes golpes al aire, no lo esquivan, no se horrorizan al verlo, no lo
envían a una isla desierta en las Galápagos.
Peor aún, hablan con él y hasta los he observado riendo y comiendo
juntos. Por momentos me entran deseos de llamar al Museo de Ciencias o al
Departamento de Protección de Animales y explicarles algunas de las
características de esta especie sin catalogar. Les explicaría que podría ser
peligrosa para la fauna existente aquí en la Florida, porque a mi modesto modo
de ver las cosas, creo que si lo abandonaran en los Everglades, los cocodrilos,
que son los más resistentes, estarían en peligro de extinción; y a mí me gustan
los cocodrilos y las serpientes, las arañas, las panteras y todos los bichos
que conviven en esos pantanos inmundos. El bicho que no me gusta es este. ¿Que
cómo se llama? No tiene nombre. Si le
pusiera un nombre lo humanizaría, sería como es un mono, un elefante, una
cheetah, un hipopótamo; casi familiar.
Porque al nombrar algo ya es fácil tomarle cariño. Entonces, esta especie sigue produciendo ese
sonido interminable eeeeiiiigggggrrr, tirando uppercuts al aire, crochets,
spinningbacks, hooks, amenazando sin sentido por su propia razón de ser, sin
nombre, sin nada que lo defina, y sigue aquí,
conviviendo con nosotros.
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