Somos, tú y yo,
dos viejos
a los que les pasó la vida, aturdiéndolos.
Y hoy vamos a Ikea
compras un vaso,
yo, chocolates,
andamos entre fregaderos
sillas,
trastes,
hablando del Obamacare,
una lámpara para Nataly,
otro juguete para Gianna,
la mochila de Rosy,
de la receta que tienes en mente,
de las boberías de Facebook.
Mientras
con la misma eterna
inutilidad
te insto a no comprar
porquerías
y ni me escuchas.
Somos los mismos
que después del cine
hacíamos cualquier
cosa dentro del carro,
comíamos pizzas a las tres
de la mañana,
el amor
en el Central Park
o salíamos a la carretera
sin dirección,
robándonos un adoquín
de una callejuela en Charleston,
South Carolina,
escuchando a Chico,
Elis Regina
a Matogrosso,
cantando a gritos Mediterráneo,
buscando una playa,
un pueblo perdido
una pieza tallada,
y riendo, riendo, riendo.
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