Saturday, December 15, 2012

Despidiendo al siniestro


Hoy asistí a un espectáculo que podría llamar triste, aunque esa no sería la palabra correcta; ¿miserable?, creo que es más apropiada. Fue el último día de labor de uno de los personajes siniestros de mi trabajo. Si no me equivoco  lleva trabajando con esta compañía por más de 50 años. Recuerdo algunas anécdotas sobre él. Todos lo desprecian de una forma u otra. Era los ojos y los oídos de los grandes. De los que tienen el poder para joderte la vida. No hacía nada más  que mirar, observar y transmitir. Un día me llevo a la oficina. Dijo que lo trate mal. Delante del jefe mayor lo obligue a que repitiera lo que le había dicho. No pudo. Was in spanish, dijo. Entonces ¿por qué tú dices que te trate mal si no entiendes español? Todo quedo ahí. Me había cagado en su madre, pero con el idioma de Cervantes, que suena más profundo. Nos acaban de reunir en la cafetería. Los grandes (incluido el dueño) trajeron pizzas,  un cake y lo tiraron al ruedo para las palabras de despedida. Él era el orador de las fiestas, las comidas. ¡Oh Lord, gracias a (nombre de los dueños) y a Jesús!... y llanto y mocos y gracias y mas, y llanto otra vez... Yo por mi parte le pedía a mi cerebro que jamás me permitiera protagonizar un espectáculo semejante. Manos alzadas al cielo, ojos anegados. Que no permita un momento así en mí. Y mi cerebro me contesta: ¡ssshhhhh!..cállate y escribe un post. Abrazos a los grandes, gritos de ¡Amén! Siento pena y asco. Termino su ciclo. Termino el show. El siniestro actuó espectacularmente en la retirada. Y me regalo  un relato.

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