Hace días que no escribo. Leo, miro,
vuelvo a leer y algo me da vueltas y vueltas. Cuando no logro decir nada que
medianamente me satisfaga, me siento mal. Voy a ser sincero: me da pánico.
Siento como si no pudiera volver a decir una palabra, crear una imagen.
Aparte de sentirme mal por eso, realmente me duele todo. Los brazos, las
piernas y la ingle. Por momentos presiento que el bicho de Aliens se retuerce
dentro de mí. Aunque trate de no demostrarlo soy un poco hipocondriaco. Un
dolorcito en el hombro izquierdo y comienzan las imágenes truculentas de un
hearth attack. La pierna y me imagino sin poder caminar, arrastrándome
por el suelo. Me aterroriza la idea de que me tengan que limpiar mis
miserias. No es pose, estoy diciendo la verdad. Hace unos minutos hablaba con
un tipo argentino que viene al trabajo de vez en cuando. Es algo así como el
fumigador, o ratonero o que se yo. Este hombre, como argentino que es, viene de
otro planeta y vive en una actuación made in Argentina, patagónica,
constantemente. Pero bueno, le gusta Pablo, Silvio y ya eso lo hace más
asequible. Le decía que creía que todo lo que éramos, estaba sujeto por
una cuerda tan delicada, que la vida no era más que una sucesión de milagros.
Que todo era extremadamente frágil y perecedero, que un minuto después
del que ya vivimos es casi un acontecimiento triunfal. Mas o menos eso le decía,
porque me gusta a veces ser un pedante y mostrar una filosofía que ni es cierta
del todo y que tampoco me pertenece. Entonces el comenzó a disparar su descarga
metafísica y profunda, con música de bandoneón. Y mientras hablaba yo imaginaba
un bife de chorizo del tamaño del plato con papas fritas y una copa de Malbec,
acompañado con un tango de esos de sufrir de verdad, que me encantan.
Es bueno hacer esas cosas de vez en cuando. Mariana lo odia. No
entiendo muy bien porque. Mariana es la mujer más inteligente que he
conocido. Y Sara, su madre. Pero ella odia que me ponga a "hablar
mierdas". Ella es mas practica. Su cerebro es una mezcla de matemática y
bondad. El mío es una especie de maquinaria que crea musarañas y por momentos
tiene destellos del Cromagnon. Así somos, ¿que le vamos a hacer? ¿Quien puede
cambiar a esta edad? Además, no cambiaria absolutamente nada. Solo mi
sedentarismo. Que me guste correr, brincar, sudar y esas cosas que hacen
millones de personas con tanto placer. Mentira, cambiaria otras cosas también.
Pero no las voy a decir aquí, que está bien que uno sea abierto y que no le
importe lo que otros piensan; pero de ahí a caminar en cueros va un gran
trecho. Bueno, como dije al principio no tengo nada para escribir. Entonces será
mejor que me calle, que no hable más mierda, que en boca cerrada no
entran las moscas.
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