¿Lee usted el
periódico? Esta es una de las preguntas que me gustaría hacerle a una persona
escogida al azar. Ahora te pregunto, lector: ¿lo lees tú? Porque yo sí;
es como un mal vicio que se quisiera erradicar pero no se consigue. Con una
rápida mirada a la primera página y sus titulares ya sé lo que me espera. Muy
aburrido me tienen Maduro y todas las miserias de ese país. El Medio Oriente:
bombas hoy, carros bombas mañana, muertos, más muertos. Las boletas ausentes de
Miami. Pero esta ciudad sí que es un caso aparte, es alucinante en muchos
aspectos, pero sobre todo tercermundista, bananera, incongruente. Los políticos
han dejado de darme asco y me producen estupor. Escucho sus razonamientos y no
puedo pensar lógicamente. Es como ver a Paulina Rubio dirigiendo la ciudad. Lo
ideal sería renunciar a leer el periódico. Pero lleguemos a donde quería: un
pequeño artículo que habla del arte contemporáneo muy superficialmente, pero
sobre todo de dos integrantes de la generación de los Young British Artists. Uno
de ellos es Damien Hirts, quien se dedica en sus exposiciones a poner vacas en
formol, animales cortados a la mitad, bichos pudriéndose en cajones de cristal,
etc. Y también de Tracy Emin, que parece que su obra más poética es una cama
desordenada, rodeada de todo tipo de deshechos acumulados en varias noches de
insomnio, incluyendo un preservativo usado. Ahora, esta misma artista tiene en
otra exposición un poste de 11 metros con un pájaro posado arriba. ¿Qué podría
decir cuando observo estas obras de arte? No quisiera hacer la misma
pregunta de muchos que si es o no es arte. Pero, ¿lo es? En mi modesta opinión,
sí. Veamos: ¿y son grandes obras de arte? Pienso que no. Pero también al
afirmar (sin ninguna base o estudio que me respalde), no dejo de analizar si
estoy o no equivocado. Es difícil desprenderme de los cánones que han regido mi
precaria educación cuando admiro o desprecio una supuesta obra de arte. Por
ejemplo: entre las piezas más preciadas de mi colección tengo una talla de la
cultura Maya, la cual me parece de una belleza y fuerza extraordinarias.
Para mi madre es un negro bembón que está muy molesto. Por supuesto que
su opinión no le restaría ni un ápice a lo magnifico de esa obra, pero ilustra
(a mi modo de ver) las diferentes miradas hacia un mismo objeto. Si comparo la
desastrosa cama de Emin con El pensador de Rodin, doy por hecho que no hay que
dar explicaciones. Pero vamos a sentarnos un momento y tratar de desprendernos
de todo lo establecido: La cama es una obra y El pensador, otra. ¿Que una es
superior? ¡Por supuesto! ¿Que una es el arte en su mayor expresión
y el otro es la utilización de lo cotidiano sin nada más que decir?
Bueno, aunque sin ningún titubeo me declaro por una de ellas, no dejo de
mirar a la otra con la convicción de que algo me dijo. Me costaría mucho
trabajo menospreciar el arte, aun cuando no todo sea de mi agrado. Los ejemplos
serían interminables. Bueno, ¿y el poste con el pajarraco arriba?
Míralo, vuelve a mirarlo, y sonríe. Eso es todo. Hay que tomarlo con calma.
Si esto lo hubiera escrito cuando era muy joven, tendría ira, convicciones,
apoyo incondicional. Ahora solo buscaría un banco y observaría, tranquilamente,
al pájaro en su poste, la cama distendida, y soñaría con El pensador, allá en
París...
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