Saturday, January 12, 2013

No somos iguales



Trabajo en una compañía, donde el 97% de los que laboran en el almacén son negros y el 90% de los que trabajan en las oficinas son blancos. Cuando digo blanco, estoy incluyendo a los latinos, que para los americanos y negros, somos otra raza inventada por ellos para catalogarnos en un grupo específico. Cuando vivía en Cuba, producto tal vez de mi juventud y del abismo cultural que se tenía con relación a otra nación o país, los pueblos extranjeros eran  un misterio indescifrable y distante. Desde que vivo aquí he tenido que lidiar con un sinnúmero de culturas, tropezar con ellas y asimilar cosas que me parecen buenas y rechazar algunas que venían enraizadas a mí. Todos los libros que he leído, las películas que he visto, las canciones escuchadas, la historia aprendida, las noticias recibidas, las comidas disfrutadas; todo me hace ver que en lo esencial, somos parecidos. Eso es indiscutible. Sabemos que los humanos vivimos y sufrimos más o menos por las mismas cosas. Pero no somos iguales. Lo que más nos asemeja  y  nos une, es el grupo social. O sea, somos lo que mamamos. No es igual un japonés a un cubano. Ni un negro norteamericano a un guatemalteco. Una niña de Etiopia, por ejemplo,  de 7 años de edad, esencialmente es lo mismo que una niña cubana de 7 años de edad. Las dos quieren jugar, correr, tener amigos, etc. Pero la diferencia está en la cultura, en la tierra donde viven, en lo que  las rodea. Esa niña etíope, envuelta en trapos, padeciendo la discriminación mayor, que es ser mujer,  mas mil horrores de todo tipo, no pude ser lo mismo que la cubanita, chancleteando las calles, imponiendo su presencia y su lugar en la sociedad en la que vive y a su vez, muy diferente de una inglesita, con su cultura y su nivel de civilización.  Se que es una forma simplista de demostrar un abismo que nos separa a unos de otros, pero es la forma más fácil para decirlo. Somos diferentes. Somos lo que nos influyo desde que nacemos. Lo inteligente, lo que demuestra un proceso de análisis y de avance humano y personal, es entender esos lastres que cargamos y saberlos separar, abolir algunos y adoptar otros cuando sean mejores y conlleven a adelantar. Uno se debe de separar de la influencia impuesta, primero por los padres y después por el medio que te aunó  a sus filas, de la iglesia, de las doctrinas impuestas.  Escogerlo todo y  como norma,  cuestionarlo, ver diferencias, observar. Ya eso sería un logro. Después es el aprendizaje constante, la asimilación.  Eso es lo que nos diferencia del grupo, de la tribu, es lo que nos hace únicos. Romper con formas y lazos negativos y estar consciente de ello. Librarse de ataduras absurdas y vivir o pensar como lo dicta un cerebro que evoluciona. Como dice la ranchera de José Alfredo Giménez (aunque en otro contexto): que no somos iguales, dice la gente...


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