Estoy trabajando tranquilamente,
pensando en todas las cosas desagradables que tengo pendientes. Papeles que
buscar, cita en una oficina del downtown, el hueco eterno del baño para
reparar, el filtro del aire acondicionado, lavar los carros... uff. Cerca
de mí, escondiéndose de las cámaras de seguridad, esta un hombre joven
hablando por teléfono. No puedo dejar de escuchar su conversación. Es
negro y habla en ingles. Discute con una mujer. Algo me asombra y es que no
escucho las palabras habituales, las lacerantes, las que golpean duro.
Discute con la mujer y no se ofenden, algo que sería lo más común.
Blancos y negros argumentando con la mujer o la ex-mujer son sinónimos de
gritos, ofensas, recriminaciones. Estos pelean por dinero. Lo más común. Escucho
lo que él dice y por sus respuestas imagino lo que ella le plantea. El
conflicto humano. El más popular. La incompatibilidad. La discordia. El rencor
que arde. ¿Cuando fue que comenzó esta pelea? ¿Recuerdan los besos, el
deseo irreprimible, las ganas de estar juntos? ¿Recuerdan el primer día que
estuvieron desnudos, los dedos buscándose, húmedos, temblorosos? ¿Ya se olvido
la risa, la complicidad, la ternura que brota y acaricia? ¿Cuando es que
todo eso se transforma? ¿Cuando las manos dejaron de explorar el cuerpo tan
conocido? ¿Como fue que la primera palabra surgió y dolió? ¿Fue algo tan simple
como que las glándulas que producen feromonas dejaron de producirlas? ¿A que frágil
cuerda estuvieron unidos? ¿Recuerdan todavía un juego, un día frente al mar,
una cena especial? Ella le exige más dinero. El dice que no tiene más para
darle. El tono va subiendo. Él le pide que lo deje hablar. Ella grita algo. Él
le dice que eso es mentira. Se justifica. Ahora hace silencio y la
escucha. De pronto ruge, se transforma la voz, la cara, las manos alzadas, las
piernas buscando el balance y grita: fuck you fuck you fuck you, bitch! Apaga el telefono y se va.
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