En Jerusalén, el Santo Sepulcro padece
de sequia. La compañía Hagihon, que administra el agua de la ciudad, presento a
los responsables de la iglesia una deuda de casi tres millones de euros, por el
consumo de los últimos 15 años. Ahora los greco-ortodoxos le prohibieron el
acceso a los representantes de la compañía del agua y amenazan con cerrar el
sepulcro, que es visitado por tres mil personas diarias y en Semana Santa por más
de 20.000 fieles. Así están las cosas, además de todos los otros problemas entre
la Franja de Gaza y Palestina. Resulta que el lugar donde murió supuestamente
el hombre más importante de todos los tiempos, no tiene agua para descargar toilettes
y urinarios. Porque no pagan. Los cristianos del mundo podrían ver las puertas
de tan importante iglesia cerrada con un cartel que diga: cerrada por no pagar
el agua. Todo cuesta y todo se paga. La fe se paga. La historia se paga. El
morbo se paga. Y si la caca se acumula, no hay iglesia ni fe que la aguante.
Pero para todo hay una solución. De alguna manera se resolverá. Volverá a
correr el líquido por las tuberías y la fe, otra vez ganara la partida. Y así seguirá
todo. Y las bombas seguirán, y los disparos seguirán y los muertos seguirán.
Pero tengamos fe. Que corra por las venas, como el añorado líquido. Pero antes, paguemos, por favor,
¿si?
No comments:
Post a Comment