Aunque hoy es lunes, no voy a
trabajar. Tengo una cita en una oficina y eso me molesta. Odio esas cosas de
papeles, datos, preguntas. Me levanto más temprano que los demás y bajo las
escaleras a prepararme un café. Hace 24 horas estaba vomitando y con un dolor
de cabeza que me mareaba, producto de la resaca de la noche anterior, los dos
litros de vino que ingerí y el asado delicioso que hicimos en el patio. Valió
la pena. Mariana y yo cantamos a todo volumen las canciones de siempre, para
fastidio de los vecinos. He revisado Facebook. Encontré a mi hermana de
casualidad. Ya no recuerdo por medio de quién. Mi hermana vive a unas cuadras
de mi casa, pero estamos lejos. Bueno, la pedí como amiga y me aceptó. Me
alegra, realmente. También me alegra que una vez más, yo diera el paso para el
abrazo. Y la abrazo. La vida pasa tan rápido y siempre estamos pendientes de
tantas tonterías. Creo que me estoy poniendo viejo a una velocidad vertiginosa.
También siento que ya no me preocupa mucho eso. Solo me sigue preocupando
la gente que amo. Serrat y Sabina vienen a otro concierto aquí en Miami. Sabina
no me interesa para nada. Tiene algunas canciones regulares. Nada más. Es, para
mí, un poco oportunista en sus canciones. No sé, siento que utiliza una poesía
progre para el grupo. Cosa que es válida, todo es válido. Además, que haga lo
que le dé la gana, que muy bien que gana con eso. Serrat. ¡Ah, Serrat! Creo que
si alguna vez me enamoré de un hombre fue de él. Era tan joven en aquel
entonces. Escuchar sus canciones ha sido para mí uno de los placeres que me han
acompañado durante toda mi vida. Ahora es un viejo ridículo, que no canta, que
baila en el escenario y cosas así. He escuchado algunas canciones de sus últimas y me dan pena. La dupla con Sabina es de lo peor. Pero
de todas formas, queda su poesía cantada, maravillosa, sus gestos, su
pelo largo, aquella juventud que me hacia soñar mientras me sentía
apresado en la isla y el deseo de vivir otra cosa. Después viví esa otra cosa, y
no pasó nada. Ahora también soy un viejo horrible, obeso, lleno de líos en
su cabeza, que son los peores, y una madurez que no me sirve para nada. También
me quedan mis escritos, mi mujer, que es el tronco de todo, el sostén de esta
carga y mis nietas, tres niñas maravillosas que acaban con mi vida y me suman
cosas especiales y terribles. Ahora mientras escribía me llamó Nani, dice que "está enfermita un poquito". Yo también estoy un poquito enfermito, le dije. Dice
que hoy no me van a inyectar. Qué bueno, porque voy a llorar, le conteste.
Ok, Apo, te voy a comprar un toys en Target, ok?, me dice como consuelo
y cuelga. ¿Ven? Esas son las cosas. Ni la literatura, ni la pintura, ni el cine
ni la música, nada es comparable, nada. Nataly bajó con su cara de
dormida y viene y sin preocuparse porque estoy escribiendo, se me echa
encima y huelo su pelo, el olor de su cama, su aliento y busca que la
acaricie y lo hago y es tan lindo sentirla y tocarla. Rosy llega casi
bailando, Rosy baila, baila y todo es tormentoso a su alrededor, y me pide leche
con chocolate, y le preparo un biberón, grandota como está; y mientras tanto el entorno no es igual cuando ella pasa, arrasa, derriba, destruye y
construye al mismo tiempo, siendo la tormenta y la nube, pero también la lluvia
y la beso y le pido que se porte bien y me contesta: ok Apito, y se va, olvidándome
inmediatamente. Más tarde vamos a La Ermita. Me siento con ellas y miro el
mural, observo. Encuentro detalles, personajes, también soy un poco ese
mural, y ahora que no creo en nada, le doy gracias a la Virgen y le
pido por todas las mujeres que amo, que son más que hombres y susurro
bajito para no alterar el espectáculo de sentirme mínimo y frágil. Después
el mar. El espectáculo mayor. El mar cercándonos, acunándonos, recordándonos el
tiempo, el pasado, el que está hoy.
Muy bueno. Sobre todo muy humano. Es cierto: El amor es lo más importante en la vida.
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