En Dakota del Sur, ejecutaron por inyección
letal a Donald Eugene Moeller. Fue muerto en presencia de los padres de la niña
que el secuestro, violo y después apuñalo. El cuerpo de Becky O'Connell ,
de 9 años de edad, fue encontrado por la policía un día después de su desaparición
en las orillas del Big Sioux River. Moeller, que negaba todo, al final confesó
el crimen. Tenía más de 60 años cuando lo mataron. Muchas voces se alzaron en
contra de esta ejecución. La Unión Europea, y sobre todo Francia, trataron de
encontrar clemencia para el. Cientos de personas se
congregaron frente a la prisión con velas, carteles, tratando de
que se suspendiera la ejecución. Querían que se le respetara la
vida. Pidieron que olvidaran a la niña de 9 años que entro a una tienda en
busca de alguna golosina cuando fue secuestrada. Los carteles y los ruegos decían:
olvidemos eso y sus gritos y su terror y su dolor, olvidemos su ejecución,
su muerte, su vida trunca, perdonemos a Donald Moeller, que es un hijo de Dios.
El Estado no tiene el derecho de matar a un ciudadano, decía otro cartel.
Salvemos a Moeller, que es un ser humano y como tal tiene que ser tratado. La
vida tiene un valor infinito. Así decían La Unión Europea, Francia y los
cientos de personas reunidas fuera de la cárcel, orando por él, con sus
carteles y gritos. ¡Salvemos a Moeller! ¿Sera que no leí bien? Porque yo leí
eso.
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