Sunday, June 23, 2013

El barrio: La casa de Argentina


El pasillo era largo y estrecho. A un lado el muro de paredes pulidas, por donde rozaba los dedos sintiendo el frio del cemento, al otro, la cerca desvencijada con las enredaderas de espinas.  Allá, al final, la pequeña casa de Argentina. Me acercaba sintiendo el olor a un tenue perfume de frutas.  La puerta siempre abierta mostraba una sala que parecía una muestra de algún museo; estática, perfectamente limpia, los dos sillones en su lugar eterno, la mesita, y sobre ella dos estilizadas geishas con sus sombrillas rojas, y el televisor adornado con sendos perritos de loza en blanco y negro. El jarrón con flores de tela y la foto color sepia de una hermosa mujer parada al lado de una columna romana. Iba casi todas las tardes a pedir  hielo. Nunca dejé de sentir vergüenza ante el hecho de buscar siempre de lo mismo, pero ella parecía no importarle. Abría el antiguo refrigerador y yo observaba los frascos de cristal ordenados por sus diferentes tamaños, la jarra roja de metal, un plato cubierto por un paño blanco, varias  botellas. Sentía deseos de acercarme y de tocar aquellas cosas que eran tan diferentes a lo que estaba acostumbrado. Esperaba de pie en la puerta de la cocina a que ella remojara la tártara de hielo y con un movimiento brusco, halara la palanca hacia arriba hasta que los cubos   se separaban. Después los dejaba caer en la lata vieja y abollada que llevaba. Gracias, Argentina, era mi despedida aquellas tardes y me alejaba rozando, acariciando el muro y sintiendo el frio y el olor a frutas.
Pero aquella tarde fue diferente. Cuando ya me iba me pidió que me sentara en la mesa.
─ ¿Te gusta el flan con coco? ─ me dijo.
─ Nunca lo he comido.
Abrió otra vez el refrigerador y sacó un flan que temblaba, húmedo. Cortó un pedazo, después encima lo cubrió de dulce de coco y me lo puso delante con una pequeña cuchara.
─Come ─ dijo.
Corté un pedazo y cuando entró en mi boca sentí un sabor que parecía el Paraíso.
─ ¡Qué rico, Argentina!
─ Come, come.
Y comí aquella tarde en su casa.

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