El Kamasutra se ha convertido en un
blog o en varios. Los gurús sexuales nos dan recetas con detalles minuciosos de
cómo ir paso a paso por los laberintos genitales para hacer del placer erótico
algo sublime, con matices poéticos y lo que es mejor, descubrir el agua
caliente. Estos poetas de la sexualidad, incansablemente, día a día, nos
recuerdan que sus exuberantes y hermosos penes (casi son textuales estas
palabras) reposan o trabajan, dependiendo del momento y de la pose de
turno, para alertarnos o mostrarnos una nueva y liberadora manera de
vivir inmersos en el infinito mundo del cuerpo para el placer. Las mujeres son
( para ellos, claro ) maquinas eróticas que funcionan cuando nosotros (
¿digamos los penes o sus penes? ) aprenden con sus elaboradas teorías a
accionar las palancas para volverlas aun mas putas, mas gozadoras. Espejos,
vegetales, bares, (todo vale), cuentos, mini cuentos, novelas, poesías,
frases en Facebook, seguidores en Twitter, fotos, etc, etc, etc; nos
muestran los maestros mientras profundizan en teorías descubiertas y
elaboradas por ellos para nuestro bienestar. Tengo un libro del Kamasutra en
casa. Es hermoso. Las ilustraciones son obras maestras. Me he reído en ocasiones,
leyendo sus conceptos y enseñanzas, aun teniendo en cuenta que fue escrito en
el siglo XIII, según los eruditos. En el XXI, que es donde vivo, cuando leo a
los gurús actuales, sonrio, recordando el dicho tan popular que dice:
dime de qué te alabas y te diré de lo que careces.
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