Hay momentos que se deben guardar
porque son por lo que la vida vale la pena. Momentos que son nada,
instantes en los que se agradece el estar vivo, que es lo que importa,
porque lo contrario es no existir y eso es ya la nada, la ausencia de todo, del
dolor y de la vida, que es casi lo mismo. Hitchens aun habla, porque lo
leo y disfruto y recibo lo que dice y me emborracho con vino, como los antiguos
y mis nietas me joden pidiéndome comida. Mariana trajo dos gatos mas. Uno viejo
y bueno y triste y el otro es como una pulga vulgar y barrigona. Ya no peleo
con ella. Secretamente me pregunto como podría no ampararlos como ella lo hace
y con cara de pocos amigos, limpio la mierda y les pongo agua y comida y qué
carajo, si es lo único que se puede hacer. Estoy borracho, eso es
evidente. Nataly se sienta a mi lado. Viene de darse una ducha y tiene el pelo
mojado y es tan linda que me duele que sea tan linda, mientras Mariana le toma
una foto tras otra. Mariana es un pain in the neck con eso de las fotos, pero la
creo magistral, aunque no se está quieta un segundo,
jodiendo, apuntando con el lente y tomando fotografías imperecederas.
Ahora Serrat canta Aquellas pequeñas cosas y es como toda esta bobería que
estoy escribiendo en mi teléfono, apresurado, por encima de ruidos, de
reclamos, de la cotidianidad misma, que es la que me toco vivir y no
tengo otra y de un limón, tengo que hacer limonada, porque ¿que mas puedo
hacer?. Ahora le toca a Pablo. El tiempo pasa, dice. Y pasa de verdad,
duro, implacable, pero no hay mas na' y así tenemos que seguir y amar y decir a
veces oye, que bueno que estemos aquí, y comer rico sin importarnos las masas y
mandar todo al carajo; a los bancos, a la familia y a
las hermanas terribles y soportar que me muestres una foto tras otra foto
y quererte como te he querido por todos estos interminables años donde nos
hemos dado cuenta que la guerra personal que libramos diariamente es la única
muestra de amor que nos queda y continuar a trompicones, tu ahí y yo ahí.
Me termino la botella de Malbec que compramos hoy en el Costco, en
especial. Dice Mercedes que le da gracias a la vida. Yo no sé muy bien que eso
significa pero estoy aquí y escribo y soy yo y me siento como un trompo dando
vueltas y más vueltas y no me importa esto que digo ni lo que no digo.
Porque tu estas sentada frente a mí y soy afortunado, casi, casi,
lindando con lo ridículo. ¿Y qué? Supongamos que todo es ridículo, cursi.
Bueno, sí. Así es. Las cosas son tan simples que asombran. Esto es lo que hay. He dicho.
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