Saturday, October 27, 2012

Break time



Hoy no tengo el periódico. Me siento y miro hacia delante y descubro cosas que siempre estuvieron allí. Feísmo, leí una vez. El afiche de la mulata vestida de pirata: pick up a pirate! dice, mientras ella me mira empuñando una botella y con sus labios creo que me dice: de este vino no beberás  y lo repite: de este vino no beberás. El almanaque agarrado con scotch tape. Esa rubia también me mira. Empina las tetas y aguanta la respiración. Mira, me dice. Miro. Veo todo. Imagino todo. Esta acostada en la arena. El mar es azul. Mira, repite. El mar es azul y es dorado. Se va moviendo. Las olas llegan y no la tocan. Mira, susurra. ¡Oh, el mar!  pienso.  Las olas tienen un sonido,  prrrrfchplaff.... escucho atento, plaff. Alrededor mío el polvo, los utensilios para mi trabajo, la toronja picada, el sobrecito con azúcar de dieta. Esta no da cáncer, los otros sí. Yogurt de blueberry. Que mierda. El text message, reviso Facebook, nada veo que no sea la incomunicación habitual y la misma bobería. Pienso que en alguna parte alguien no está bien, que otros ríen y otros entran al Zoológico, esperan en la  consulta de un medico, otros viven en el terror. Recuerdo las ruinas de Chichen-Itzá. El silencio. Las columnas y las piedras alrededor del cenote. Pero sobre todo el silencio. Llaman a alguien a la oficina por los speakers. Salgo un poco de mi letargo. Que rápido pasa el tiempo del break. Ya no están las ruinas ni el silencio y el mar no es ni azul ni es nada, y no suenan las olas allá en la barranca, ni hacen plaff, nada.  Vuelve a tronar la música terrible en cada radio.  Truena y entra y raspa y maltrata. Los ruidos. El no silencio, el no espacio, el no mar, el no color. Me levanto.  Tengo que seguir, para eso me pagan.


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