Sunday, October 21, 2012

Elefantes



Uno de los recuerdos más vividos que me quedan de los paseos al Zoológico de La Habana,  es el de la elefante que vivía sola en un terreno rodeado de un muro de piedras. Recuerdo cómo se balanceaba en una especie de danza triste y la cadena que aprisionaba una de sus patas traseras. No puedo asegurar qué  ponía en su trompa cuando ella la sacaba por encima del muro, esperando algo que con miedo y asombro yo le daba, recibiendo el aire caliente y húmedo que salía por su enorme nariz. Pienso en la soledad de aquel pobre animal tan imponente y a la vez aparentemente dulce, porque el conocimiento muchas veces viene acompañado de penas. Los elefantes pueden llegar a los 70 años de vida, y viven en manadas. Sobre todo las hembras, que se encargan entre todas del cuidado de los recién nacidos y los más pequeños. La gestación es de un año y solo tienen una cría a la vez. Las hembras pasan toda su vida regidas por estrictas normas familiares. Los machos no. Estos son echados del grupo en cuanto son jóvenes adultos, y comienzan con los irrefrenables instintos sexuales. Entonces empieza para ellos la peregrinación en solitario. En algunos casos se juntan con otros en la misma situación y forman "pandillas" que atacan a otras manadas en busca de hembras en celo y hacen  daño sin sentido alguno. Esto también crea terrible peleas que a veces resultan en graves heridas y hasta en la muerte. Poseen una memoria muy sofisticada, a tal grado que pueden recordar un lugar por el que pasaron veinte años atrás y a más de doscientos miembros, aunque ya no vivan en la manada. Las madres, tías y abuelas son amorosas con sus crías, dándoles caricias, comunicándose por sonidos, juegos y roces. Tienen una extraña sensibilidad ante la muerte. Cuando muere uno del grupo, tratan de levantarlo entre varios y cuidan de su cuerpo por días enteros, defendiéndolo de los ataques de los carroñeros. En algunas ocasiones, "sepultan" el cuerpo, cubriéndolo de hojarasca, palos y tierra. Se han observado cómo algunas madres tratan de acarrear al bebé  muerto, mientras la manada espera y la acompaña. Cuando se encuentran con huesos de sus congéneres, los acarician con las trompas, los mueven de lugar, haciendo sonidos y rodeándolos en una especie de ritual.  Su mayor peligro, aparte de la sequía, es el hombre, que los caza para convertirlos en objetos de adornos, muy valorados en el mercado. Existen dos tipos de elefantes: el africano, con las orejas más grandes y colmillos en ambos sexos, y el asiático, de orejas menores y colmillos solo en los machos. Por todo esto, después de tanto tiempo, no puedo dejar de pensar en la solitaria elefante del zoológico habanero, encadenada a la espera de que alguien le ponga algo en su trompa, por años y años, danzando triste, rodeada de un muro de piedras.


3 comments:

  1. La recuerdo exactamente con la misma nostalgia, de hecho tengo una foto de cuando tenía solo un año, mi madre era tan joven, y me mira sorriendo. Fuí varias veces mas, era quieta, se veía cansada, era la atracción de mayor importancia para los niños, lo se. Joel nunez

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  2. Es hermosa la narración. Y tengo un recuerdo similar.

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