Saturday, November 3, 2012

El arbol

foto:mariana aguero


Detrás de mi casa había un árbol. Era un árbol viejo. En el tronco se leían los años, las lluvias pasadas, los fríos, el calor y debajo de el también podía leer un poco la vida mía. Unido a la vieja cerca, cargaba con todos los andariveles que le colgábamos, atraíamos a los pájaros con cajas para el alpiste, lo adornamos con  luces y botellas de colores; tenia lagartijas y chipojos, pájaros azules, negros, rojos y grises.  Dejaba un manto de hojas en esta época del año y después en primavera unas pequeñas flores que lo manchaban todo con una sustancia pastosa, desagradable. Ese era el momento de cagarme en el. Y el de ignorarme. Nos protegió con sombra mientras cocinábamos carnes, escuchábamos música perversa para el escándalo de  los vecinos, las niñas jugaban a ser mujeres alrededor de su tronco arrugado  y Mariana compraba flores que adornaban en macetas. El árbol era el calendario de la vida de la casa. Estaba allí, indicando el tiempo que pasa inexorable. Se doblaba con el viento  y después continuaba haciéndose notar, cambiando de hojas, creciendo en ramas nuevas, junto a la casa, al límite de lo que no era mío. Ahora el árbol no está. La vieja monstruosa que dirige lo que pagamos todos, decidió cortarlo. Ahora está el vacio de él y la cerca nueva. Ya no están  la sombra ni los lagartos, ni los pájaros. Ya no hay hojas ni ramas, ni luces, ni sombra  y su lugar es  un sol inmisericorde.  Ya no está el tiempo vivido, el viento y su sonido.  Había  una vez, un árbol viejo detrás de mi casa....


1 comment:

  1. Me gusta esta añoranza, el recuerdo de otros momentos anteriores, los cambios que nos impone la vida que muchas veces no nos resultan agradables.
    Armando

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