Saturday, November 17, 2012

Lunes en la Ermita



Aunque hoy es lunes, no voy a trabajar. Tengo una cita en una oficina y eso me molesta. Odio esas cosas de papeles, datos, preguntas. Me levanto más temprano que los demás y bajo las escaleras a prepararme un café. Hace 24 horas estaba vomitando y con un dolor de cabeza que me mareaba, producto de la resaca de la noche anterior, los dos litros de vino que ingerí y el asado delicioso que hicimos en el patio. Valió la pena. Mariana y yo cantamos a todo volumen las canciones de siempre, para fastidio de los vecinos. He revisado Facebook. Encontré a mi hermana de casualidad. Ya no recuerdo por medio de quién. Mi hermana vive a unas cuadras de mi casa, pero estamos lejos. Bueno, la pedí como amiga y me aceptó. Me alegra, realmente. También me alegra que una vez más, yo diera el paso para el abrazo. Y la abrazo. La vida pasa tan rápido y siempre estamos pendientes de tantas tonterías. Creo que me estoy poniendo viejo a una velocidad vertiginosa. También siento  que ya no me preocupa mucho eso. Solo me sigue preocupando la gente que amo. Serrat y Sabina vienen a otro concierto aquí en Miami. Sabina no me interesa para nada. Tiene algunas canciones regulares. Nada más. Es, para mí, un poco oportunista en sus canciones. No sé, siento que utiliza una poesía progre para el grupo. Cosa que es válida, todo es válido. Además, que haga lo que le dé la gana, que muy bien que gana con eso. Serrat. ¡Ah, Serrat! Creo que si alguna vez me enamoré de un hombre fue de él. Era tan joven en aquel entonces. Escuchar sus canciones ha sido para mí uno de los placeres que me han acompañado durante toda mi vida. Ahora es un viejo ridículo, que no canta, que baila en el escenario y cosas así. He escuchado algunas canciones  de  sus  últimas  y me dan pena. La dupla con Sabina es de lo peor. Pero de todas formas, queda su poesía cantada, maravillosa,  sus gestos, su pelo largo, aquella juventud que me hacia soñar mientras  me sentía apresado en la isla y el deseo de vivir otra cosa. Después viví esa otra cosa,  y no pasó nada. Ahora también  soy un viejo horrible, obeso, lleno de líos en su cabeza, que son los peores,  y una madurez que no me sirve para nada. También me quedan mis escritos, mi mujer,  que es el tronco de todo, el sostén de esta carga y mis nietas, tres niñas maravillosas que acaban con mi vida y me suman cosas especiales y terribles. Ahora mientras escribía me llamó Nani, dice que "está enfermita un poquito". Yo también estoy un poquito enfermito, le dije. Dice que hoy no me van a inyectar. Qué bueno, porque  voy a llorar, le conteste. Ok, Apo, te voy a comprar un toys en Target, ok?, me dice como consuelo   y cuelga. ¿Ven? Esas son las cosas. Ni la literatura, ni la pintura, ni el cine ni la música, nada es comparable, nada.  Nataly bajó con su cara de dormida y viene y sin preocuparse porque estoy escribiendo,  se me echa encima y huelo su pelo, el olor de su cama, su aliento  y busca que la acaricie y lo hago y es tan lindo sentirla y tocarla. Rosy llega  casi bailando, Rosy baila, baila y todo es tormentoso a su alrededor,  y me pide leche con chocolate,  y le preparo un biberón, grandota como está; y mientras tanto el entorno no  es igual cuando ella pasa, arrasa, derriba, destruye y construye al mismo tiempo, siendo la tormenta y la nube, pero también la lluvia  y la beso y le pido que se porte bien y me contesta: ok Apito,  y se va, olvidándome inmediatamente. Más tarde vamos a La Ermita. Me siento con ellas y miro el mural, observo. Encuentro detalles, personajes,   también soy un poco ese mural,  y ahora  que no creo en nada,  le doy gracias a la Virgen y le pido por todas las mujeres que amo, que son más que hombres y susurro  bajito para no alterar el espectáculo de sentirme mínimo y frágil. Después el mar. El espectáculo mayor. El mar cercándonos, acunándonos, recordándonos el tiempo, el pasado, el que está hoy.


1 comment:

  1. Muy bueno. Sobre todo muy humano. Es cierto: El amor es lo más importante en la vida.

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