Saturday, August 3, 2013

Ítaca


Hace varios días que no escribo. Siempre que termino algún relato, un cuento, me queda la sensación de que me vacié, que no encontraré más nada que decir. Antes me atemorizaba esa idea.  Ya no. Por ese motivo es que llevo  una semana sin pensar mucho, sin prestar atención. Escribí unas líneas sobre la esperanza, que deseché al momento.  No tiene sentido que trate de explicar algo tan obvio. Podría decir cualquier cosa sobre el Papa, por ejemplo. Ahora la prensa no deja de repetir que Francisco comentó que la iglesia no está en contra de los homosexuales, solo de sus prácticas. ¿Cómo fue?  No entiendo. ¿Me repite, señor Papa?  No, no puedo con esto, es demasiado para mis pobres neuronas. Sigo releyendo a Kundera.  Ahora estoy con La ignorancia. Ella vive en Paris, él en Dinamarca. Se encuentran por casualidad en el aeropuerto desde donde volarán a Praga, ciudad que dejaron hace veinte años huyendo del comunismo. Ella lo reconoce, se alegra, conversan. Él no la recuerda, no recuerda nada, ni su nombre. Ella rememora el pasado, y en algún lugar de ese pasado está ese hombre. Él rememora su vida, y en ella está la imagen del cuerpo de una esposa muerta, omnipresente; está  su profesión, y la vieja ciudad a donde no quería volver. Los dos regresan por caminos distintos y a la vez semejantes: la añoranza. Al llegar a Praga, descubren un paraje ajeno a sus recuerdos, un lenguaje diferente; los amigos son personas extrañas, cargadas de historias individuales, las calles recordadas ni están o no son como la memoria las proyectaba. Como el regreso de Ulises a Ítaca, son desconocidos y desconocen el entorno. Todo lo que los ataba termina por mostrarse ajeno, hostil.  Hasta la historia individual que los había acercado un día, se desarrolla de forma paralela para cada uno. Hago una pausa. Me veo caminando por mi ciudad, La Habana que recuerdo. Busco los lugares que he llevado a mis espaldas. Me imagino solo, sin prisa. ¿Qué prisa puedo tener si estoy en el pasado, si ese pasado excluye cualquier futuro? No encuentro aquella calle donde esperé recostado a una pared. ¿Existe ese lugar?  ¿Existió?   ¿Existió  esa pared en el pasado? Desde el futuro, que es de donde vengo, se convierte en una cortina de niebla que solo me deja mirar a medias, inseguro. Veo  el mar que rompe contra las rocas y dientes de perro. Se entrelazan otros mares, otras rocas. Me observo  caminando en una ciudad que no recuerdo, que confundo con otras. Son varias ciudades que se distorsionan. Calles que busco  en mi memoria, espacios  yuxtapuestos y extraños. Me pierdo. No sé dónde estoy.

  

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