Saturday, August 17, 2013

La esperanza


Debo rectificar algunas frases dichas a la ligera. Debo de hacerlo porque sí, por el simple motivo de demostrarme a mí mismo lo equivocado que puedo estar, aunque con eso no cambie nada, no arregle ni demuestre alguna idea nueva. He dicho (entre otras tonterías) que no tengo esperanzas. Hoy, sentado aquí, pensando en las cosas que llevo pendientes, las que de alguna manera soterrada influyen para molestarme, para inquietarme,  me digo que sí, que es la esperanza o la idea de que algo puede cambiar, que  podría ser mejor,  lo que hace que camine hasta el carro, abra la puerta, lo prenda, trabaje, etc. Si no hubiera una pequeña, ínfima, lejana idea de un posible cambio, ¿cómo podríamos?
Comencé a pensar en esto viendo un programa por televisión sobre el suicidio. ¿Es entonces la pérdida absoluta de toda esperanza la que lleva a las personas a desaparecer violentamente? ¿Qué pasará en ese último instante por la mente del suicida, antes de apretar el gatillo o lanzarse al vacío? ¿Es la desesperanza la vía más común del suicida?  Pienso en eso y no tengo una respuesta concreta. Voy a seguir preguntándome: ¿pero acaso el suicidio conlleva una esperanza?  Creo que sí.  ¿Cómo puedo hacer esa afirmación de algo que es el punto desde donde no se vislumbra ninguna luz?   ¿Será que es ese instante oscuro donde se pierden todas las expectativas? Ya dije antes que no tengo una respuesta concreta; pero observándolo desde una perspectiva a distancia, pienso que todo suicida debe tener un ápice, una mínima cuota final de esperanza. Por ejemplo: creer que terminaría un sufrimiento, acabar con el dolor que trae  la pérdida de un ser querido, evitar la cárcel, cortar con una enfermedad que consume y elimina todo el placer de vivir.  Estos pueden ser, a grandes rasgos algunos de los motivos. ¡Y en todos ellos existe la esperanza! En todos está   la necesidad de "otra cosa", otro paliativo al sufrimiento. Podría nombrar algunos aún más terribles: suicidarse para castigar a alguien, para inculpar a un tercero, hacerlo para que la propia destrucción salpique de dolor a otros.  Motivos estos llenos de una malsana y absurda actitud; pero ahí están, es la meta para lograr algo, la luz que buscan al final de su oscuro túnel.  Entonces, es la esperanza la columna de las religiones, la idea de Dios, el motivo de las más crueles revoluciones, la unión de dos personas, los hijos que engendramos. Antes de terminar voy a plantear otra idea surgida de la fábula tan manida del túnel de la muerte y la luz al final. Los que la cuentan, por supuesto, están vivos. Despertaron de un coma y dicen recordar que caminaban por un túnel oscuro y al final de ese túnel, vieron una luz. Nunca llegan a la luz, despiertan antes. Sería interminable la lista. Es una historia que todos hemos escuchado. La luz, dicen algunos, es Dios. Yo pienso diferente. Todo el que está muriendo persigue, desesperadamente, seguir viviendo. Ese túnel y la luz al final no es más que la ineludible, perenne y simple ganas de vivir. La esperanza de liberarte de lo que te está matando. Pensándolo así, rectifico, y aunque no sea propenso a usar esa palabra, sí tengo esperanzas, aunque ahora me suene como un absurdo.

1 comment:

  1. Me ha gustado la conclusión que le dista a la esperanza que surge en la muerte, creo que sí tienes razón, esa luz debe ser la esperanza de querer librarnos de lo que nos mata.

    Saludos.

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