Saturday, December 29, 2012

Termina el año



Se va el año y es como si todo el tiempo estuve sentado en la orilla de nada, viéndolo pasar. Mientras más viejo me voy haciendo, más complicado me hago. He tomado la costumbre de observarlo todo de una forma periodística, dispuesto a la redacción. Siempre se piensa que lo que nos pasa, si lo sabemos narrar, se convierte en algo interesante para los demás. Algunas cosas logran su cometido. Algunas personas pueden ser receptivas. Todo depende. En este año, sin razón aparente, los gatos se han exiliado de la casa. Zulu desapareció sin dejar rastro. Las niñas dicen que lo ven todos los días, que es un gato tan negro como él, que ronda el barrio. Yo sé que no es el mismo,  pero  no las contradigo. Conozco la forma de andar de cada uno, es algo sutíl que aprendí con los años (y con los gatos). Duda, mi favorito, me saluda cuando me bajo del carro. Deja que lo acaricie, hablamos, le pido que entre a casa, lo engaño y lo tiento con deliciosas latas de ese mejunje asqueroso que tanto le gusta y después se va a su exilio, despreocupado  y cruel, como el tipo inteligente que es. Jack salió un día y todavía lo estamos esperando.  Jack era un gato macho que actuaba como una madre. Trajo a la casa a dos gaticos muy pequeños, que limpiaba y dormían acurrucados a él. June apareció. También se había evaporado. Una noche abrí la puerta y entró como un bólido. Las tres niñas y mi mujer lo acunaron y acabaron con él como solo las mujeres pueden hacerlo. Yo, en un rincón, me dediqué a  observar  su fiesta envidiando la capacidad de amar que ellas pueden tener. Ya Mariana le compró un collar y lo trajo a la cama a dormir. También en este año perdimos a los pájaros. Dos finches enamorados que ponían huevos en el nido donde  nunca nació otro pájaro. Fue en el anunciado ciclón que pasó por esta ciudad, con un viento miserable que tumbó la jaula y huyeron. Me gustan los pájaros libres. Aunque no quiero pensar en eso, creo que los míos terminaron volando y en libertad. En este año también la justicia puso su grano de arena y después de mucho tiempo, interminable tiempo de luchas y terrores,  Mariana y yo logramos una mejor convivencia  para  las niñas y  Jonathan, que vino a ser parte de esta tribu enloquecida, dejando atrás su vida  de maltratos y esclavitud.  Desde que comencé mi blog Palabras, con la ayuda fundamental de mi mujer, no he dejado de recibir la incondicional  e  inestimable guía de mi suegra Sara Calvo, que con sus asombrosos conocimientos de las reglas ortográficas y su tremenda cultura, ha logrado que pueda publicar todas estas historias y palabras más o menos legibles. Se va el año y una vez más, cuando enumero las caricias recibidas, las bondades inmerecidas y la presencia continua y buena,  tengo que nombrar solo a  mujeres. Solo ellas son capaces de tantas maravillas, de poseer  ese don especial.  Para terminar el año, cuando suenen las doce campanadas, brindaré por ellas, por todas las mujeres que soporto y que  tienen el valor de aguantarme.  ¡Salud para ellas, siempre!

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