Saturday, August 18, 2012

Cuento

                                                             

                                                         Cancion para dormir a Gianna.
                                                ... porque la vacunaron y fue valiente.

Cuando abrí la puerta ya me esperaba y me preguntó si habia comprado  chiclets. Sortee el camino hasta el comedor para dejar mi mochila maloliente y me enteré que tambien queria un panda y un pony. No me pude negar a esos ojos tan grandes y le dije que sí, algo mas? Seria y comprensiva me dijo mas nada y ya. La senté sobre la cocina y me habló de sus toys favoritos, del gato y de sus amigos. Siguió contando mientras yo trataba de tragar algo para quitarme la sensacion de morirme de  hambre. Le pregunte dime una cosa, tu no hablas español? Y con esos ojos grandotes y su boca de pato me contesta oh yes i speak spanish! Y sigue hablando sin parar. La interrumpo, tu que comiste, sopa de cotorra? Y se rie y fuimos a ver si en la puerta estaban los que esperabamos. Y para hacer espacio, corri la mesa del comedor y saque los libreros hacia el patio, ella me llevo uno de los controles del televisor y descolgue los cuadros. Despues sacamos las  sillas hacia el parqueo y las pusimos bien a la vista, alrededor de los carros, pensadas para molestar a la vieja mala que se cree la dueña del lugar y del mundo. Espacio, espacio, decia yo, espacio, espacio, repetia ella y corria hacia la casa y traia un libro, una botella y sus ojos. Sacamos el sofá y los zapatos, llevamos los platos y los pusimos junto a la cerca, como una ofrenda. Ella me trajo las fotos, y yo tome el balde, la paleta y los lleve al cesped, porque no habia arena. Sacamos los cajones y las perchas y los colgajos de recuerdos viejos y ella hablaba de pajaros, del panda, yo que sé. Nos asomamos a la ventana y no  habian llegado los que esperabamos,  entonces me apure y lleve hacia el patio la pesada pieza del Kamasutra, de senos esplendidos,  y ella me dijo que su tren no salia porque era muy importante. Y como con los años he aprendido lo inutil que es tratar de contradecir a una mujer, no le dije nada y la ayude a armar los rieles en circulo. Despues tomamos leche con chocolate y galletas dulces. Mirabamos la casa que se transformó en  una pradera de espacios infinitos, con una escalera que invitaba a subir  y colectar nubes o pajaros que lloraban, emigrando. El eco  repetia su perorata interminable y los extraños murmullos de hojas cayendo. Tienen que llegar antes de las doce, le dije. Por que?, me contestó. Porque así es siempre, tu no lo sabias?  Y por que?, volvio a responder. Ahi fue cuando escuchamos el sonido al otro lado de la puerta, ella hizo silencio y esperamos. Era como algo que raspaba  timidamente, como para no molestar. Despacio, abrimos y ahi estaban ellos, discutiendo bajito cual de los dos seria su esclavo favorito. Ella los recibio con los brazos que se abrieron y su pelo que revoloteaba, de colores por momentos cobrizos, azules y amarillos otros. Los tres brincaban y gritaban y chocaban contra las paredes, cantando una cancion que no entendia, pero misteriosamente, ellos , al unísono creaban la melodia, despertando malhumorados a los chipojos y a algunos ciempies enloquecidos. Las  polymitas,  juntaban sus humedas antenas, en una danza de amor que provocaba la envidia de los que no sabian amar. Yo, resignado al no poder cantar, pensaba en el desagradable vecino que vendria a exigirme silencio y cordura. Y despues, mientras ella le hablaba a los gatos del barrio que rozaban el lomo por los muebles del patio buscando su olor, estos dos seguian tratando de demostrar cual era el esclavo mas leal, el preferido. Somos los tres, les dije, y el panda subió lentamente, con su torpeza habitual, escaleras arriba  buscando el eco de su misteriosa conversacion. Ella se iba cabalgando. La observaba hasta que perdia el rastro de su olor y temia, porque aunque ahora no habia ni indios ni cowboys, algún alien envidioso la podria raptar, enloquecido ante sus ojos grandes y su boca de pato. Pero al final siempre volvia a mi y eso era un gran consuelo.  Recuerda que ahorita seran las doce, le dije. Por que? me respondio, como si ella tuviera el poder de cambiar el curso de lo perecedero. Porque asi siempre ha sido; será hasta las doce. Y vi como sus ojos y sus brazos rodeaban al panda y hundió su cara en la pelambre blanca y negra, hablandole en una lengua desconocida. El pony relinchó triste y yo le dije tranquilo, tranquilo, cuando el sonido de sus cascos chocaba contra las paredes. Quiero leche, me dijo sin mirarme, con chocolate. Movi su cabeza con cuidado, la puse sobre un cojin suavemente y despacio, cansado, fui a la cocina a prepararsela.

2 comments:

  1. Me encanto el cuento, mi ogro por gusto, grande,grunon y dulce, nosotras las mujeres de tu casa te damos las gracias por tenerte y por amarnos.

    Mariana

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  2. Si continuas asi, lloro. Gracias.
    mm

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