Sunday, September 29, 2013

El filósofo


Desperté filosófico. Oriné pensando que debía de poner algunas cosas en su exacto lugar, y cuando me lavaba los dientes hasta hice planes para comenzar una dieta, correr en las tardes y comprarme ropa nueva. La filosofía puede ser constructiva o imposible.
Con el café me preguntaba por cuál de los retorcidos caminos se van algunas de las personas que un día fueron importantes y hoy no son más que un recuerdo confuso. Mis ideas sobre casi todo suelen ser muy simples, y cuando comienzo a profundizar un poco más, me duele la cabeza.
Espero que eso no tenga nada que ver con los dos centímetros extras que tenía (tiene) mi cráneo al nacer. Dice mi madre que se sintió tranquila cuando el doctor le dijo que eso no era una anormalidad. Yo siempre he dudado de esa afirmación.
Marco, deja de comer tanta mierda que se te va el tren, me dije.
En la estación un pequeño gato negro y feo maullaba acercándose a los que esperábamos el tren. Una mujer huyó cuando se le aproximó. Cuando corría movió el culo y las tetas de una manera magistral.
Le di un pedazo de pollo que llevaba para el almuerzo, y le prometí que al regreso lo llevaría conmigo. No lo volví a ver.
En la noche vimos  un programa sobre las explosiones nucleares. Es estimulante chocar con estos datos. Uno se siente seguro. Saber que ahí están nuestros gobiernos cuidándonos, ayuda. Estemos tranquilos, parecen decir los datos. Desde que me siento viejo, tengo obsesión por las estadísticas.
Aparte de las dos bombas nucleares que Estados Unidos lanzó en Hiroshima y Nagasaki, otras 1054 detonaciones nucleares (o pruebas) se han llevado a cabo.
Su eterno rival, la Unión Soviética (¿o Rusia?), ha realizado 969 de ellas.
Francia 210.
Gran Bretaña 45 (veinte y una de ellas en territorio australiano).
China 45 (23 atmosféricas y 22 subterráneas).
Corea del Norte 2 pruebas atómicas subterráneas.
India 6.
Pakistán 6.
También hay recomendaciones para estar preparados en el caso de un ataque nuclear. Como ya dije antes, tendríamos que estar tranquilos y seguir las instrucciones:
Ropa para cambiarse (de verano y de invierno). No especifican si se deben  usar trajes o algo más elegante.
Mascarillas para protegerse del polvo radiactivo, tapones para los oídos y gafas de sol.
Pastillas antinucleares, que se compran con receta médica.
Productos de higiene personal.
Dinero en efectivo (no se aceptarán tarjetas ni cheques personales).
Analgésicos, tranquilizantes y estimulantes.
Agua potable en envases que no sean transparentes.
Latas de conservas.
Si tiene permiso para usar armas, mantenerlas listas con suficientes municiones.  Además, cuchillos, hachas, palos, bates, tijeras o cualquier instrumento que pueda rajar en dos una cabeza (o varias).
El celular,  aunque  probablemente esté  inutilizable.  Imagino que mientras tanto pueda jugar algún jueguito divertido que lo distraiga o escuchar la música que tenga instalada.
Material autoadhesivo para sellar puertas y ventanas.
Apago la televisión. Escribo unos apuntes en mi libreta de notas. Me voy a acostar. Mariana está arreglando en la computadora algunas fotos que tomó. Son excelentes. Observo un poco: mariposas, un libro, una figura maya, un elefante de madera, flores, gatos, una vela, tomates, naranjas.
Siento el frío de las sábanas. Me volteo de un lugar a otro de la cama buscando acomodarme. Le mando a mi cerebro la señal de que no tiene por qué preocuparse. Tranquilo, descansa, relájate, le digo, que sueñes con los angelitos.


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