Sunday, September 9, 2012

El suicida




Cierro la puerta tras de mi y camino con ganas de mirar hacia atras y cagarme en la madre de todos los que me rodean. No lo hago, solo sigo caminando y una lagartija cruza corriendo debajo de  mis pies y casi la aplasto. Llego al carro y como siempre tengo la sensacion de que no me va a prender. Arranca y pongo  el aire acondicionado. Me salio bastante barato arreglarlo. Pase mas de un año con calor, sofocandome en las calles de esta ciudad, que es un horno, porque pensaba que era demasiado para mi bolsillo en crisis. Bolsillo, casa, amigos, mi madre, todo en crisis. Matrimonio en crisis, trabajo en crisis, el coño de su madre. Tengo un encabronamiento que me gustaria poder tirarme con el carro desde un puente. ¿Pero que puente seria? Tendría que manejar hasta la 27, atravesar todo el nigger town, llegar a la 20 y en ese punto acelerar, romper la barrera y lanzarme al rio asqueroso que atraviesa la ciudad.  Hasta hace poco tiempo atras, no me habia dado cuenta que a esta aldea la cruzaba un rio. Una vez un amigo mio, maricon y estupido, me conto que las grandes ciudades siempre tenian un rio. Nunca el mar. ¿Sera verdad eso? Paris tiene un rio, Londres tambien. Rios horribles, feos como todos ellos. Las construcciones a su alrededor son lo que hacen el lugar agradable. Los rios son una mierda. Agua sucia, desechos, basura, contaminacion.  Pero en esta ciudad no construyen nada junto al rio y solo se pueden ver barcos viejos cubiertos de herrumbre, borrachos, negros, homeless, almacenes, camiones y miseria. Sabia que estaba ahi, pero ahora me di cuenta que si, que aqui también hay un rio y que me podria lanzar a el. Del carajo  morir asi. ¿Manejar hasta alla, para despues hacerlo? ¿Que dira toda la gente que conozco? Mi madre dice que me pego mucho a los carros; despues pensara que fue un accidente por ese motivo. Mi mami. No puedo dejar de sonreir cuando digo eso. Me gusta decirlo. Mi mami. Es el titulo o parte del titulo de una novela. No me gusto. El titulo si. La griteria de mi mujer la tengo todavia en las orejas. No recuerdo bien por que me gritaba. No la escuchaba. O si la escuchaba pero no lo recuerdo. Recuerdo una pelea que tuvimos en el Rockefeller Center hace ya no se ni cuantos años. ¿Por que fue aquello? No se. Lo olvide. Tambien olvide porque sali de la casa. Hacia frio dentro de la casa. Afuera hace calor, insoportable calor. En esta ciudad te congelas y pasas al mayor infierno en cuestion de segundos. Solo tienes que abrir la puerta. Creo que Rodin penso en este lugar cuando creo Las puertas del Infierno. Estoy convencido.  Lo imagino en un almacen del  north west, martillo y cincel en mano, sudando como un condenado, dale que dale a martillazos, hasta terminar el armatoste. Una muchacha negra con un culo redondo y perfecto se me acerca mientras espero  que cambie la luz del semaforo y me ofrece un paquete de medias blancas. Se las compro. Estan buenisimas. Ella tambien esta buenisima. Tengo ganas de decirselo. Negra, que rica estas. Pero no lo digo. La miro. Suda. Imagino el olor de su sexo y de sus sobacos. Thank you, le digo.  Me mira y creo que no me entiende. La semana pasada llego a mi trabajo un negro trayendo una mercancia que yo tenia que recibir. Le dije good morning  y el me dijo ¿what? good morning volvi a repetir y creo que entonces me entendio porque no dijo nada mas. La luz verde me indico que tenia que seguir y eso hice, acelere y me fui con el paquete de medias y el olor de la negra metido en mi cabeza. Como el paquete esta sellado, flotaria. No lo abri para sentir su calidad  porque crei  que asi no se hundiria. Imagino la bolsa de medias flotando y me siento triste. Una bolsa de medias sobre un rio sucio puede ser algo triste. De todas formas, para mi cualquier cosa puede ser algo triste. Creo que ese es el problema o uno de ellos, con mi mujer.  Quiere que  no sea negativo, esa es su palabra predilecta. Yo soy negativo. Me lo dice tantas veces que  pienso que tiene la razon. Bueno, algo tengo que ser. Y jardinero y mecanico y friega platos y limpiador de casa y todo lo demas. Hace treinta y dos años ya ( como pasa el tiempo,¿ no? ) acababa de llegar desde Wisconsin y estaba en la casa de unas personas  que ya no recuerdo ni sus caras. Eramos dos amigos mios y la mujer de uno de ellos. El otro queria aprender a manejar ( es la constante en este pueblo, lo primero, lo imprescindible,  la biblia, tienes que aprender a manejar o te jodes, eres un handicap, un lisiado, alguien sin piernas, un comemierda mas que pasa horas esperando una guagua en una parada bajo el sol aterrillante o la lluvia inmisericorde )  y al rato regresaron chorreando agua. Se habian caido en un canal. Salieron los dos por la misma ventanilla.  Siempre he pensado que por que los dos usaron  solo una ventanilla y no la  que tenian  mas cerca; pero bueno, eso no tiene la menor importancia, cada cual sale por la ventana que le venga en ganas. Cuando fuimos todos corriendo hacia el canal a ver que pasaba con el carro,  dos banderitas que estuvieron en la pizarra de aquel cacharro, flotaban de lo mas tranquilas, como si estuvieran disfrutando del frescor del agua. Era bonito verlas y lo dije. Elizabeth, la mujer de uno de mis amigos me miro con unos ojos de lanzarme  al agua y me dijo mira que tu eres comemierda chico no se que vamos a hacer ahora sin el carro que esta alla abajo. Cuando me dijo eso, la verdad es que me senti como si hubiera sido yo el que tire el carro a las aguas de aquel canal. De pronto comprendi que el traste estaba debajo del agua y no se porque senti pena, creo que lastima, pero me quede callado por miedo a las zaetas que disparaba Elizabeth y tambien para no perder la lata de sardinas con arroz blanco que comiamos todas las noches, religiosamente, cuando regresaba del trabajo y que encabronada y cagandose en todos nosotros, nos tiraba encima de un plato desechable. Le dije lo siento, Elizabeth, y no me miro mas durante toda la tarde. Despues terminamos de ver una pelicula de un submarino que viajaba por el cerebro de un hombre y que yo no entendi nada porque no sabia ingles. Las barreras del tren comienzan a bajar. Quedo cerca de ellas. Me entusiasma la idea de ver pasar tan cerca al tren. Cuento los vagones, uno, dos, tres.... Me canso. No sigo contando. Siempre me gustaron los trenes, debe ser porque nunca he viajado en ellos.  No se si deje la laptop abierta. El jodido gato juega sobre ella. Mi mujer recoge todos los gatos que se encuentra  o los  que sus amigas le dicen que se encontraron. No entiendo la facilidad que tienen para esos encuentros. Gatos.  De todas formas a mi tambien me gustan esos bichos. Se suben en todas partes, cagan y yo tengo que limpiar la arena apestosa. Ella no lo hace. Ella hace otras cosas, dice. ¿Yo hago otras cosas? No se, parece que no. Suben las barreras. ¿Cuanto tiempo demoro en pasar el tren? Alguien suena el claxon. Es por mi, que estoy comiendo mierda. Pero me encabrona que toquen el claxon aunque este comiendo mierda. Quisiera poder comer toda la mierda que quiera y que no tenga a alguien siempre recordandome que estoy comiendo mierda. Ayer fue sabado y yo estaba de lo mas contento curioseando por el Internet, con un trago que me habia preparado, un vodka y jugo de naranja y cubitos de hielo. La felicidad completa. Hasta puse el vaso sobre un portavasos que compramos en Ikea de un color verde muy bonito, para no manchar la mesa.  Yo solo en el comedor, el televisor apagado, las luces apagadas, solo la pantalla de la computadora iluminada  y ella bajo las escaleras diciendome algo atropelladamente. Le dije ah, si, porque no entendi un carajo. Despues  entendi: vistete, dale, que tenemos que ir al hospital. Fuimos. La madre de una amiga. Se muere y no lo sabe. Entre al cuarto. Ella iba delante de mi. Me da miedo entrar a los cuartos de los hospitales. No lo digo. Ella va rapido hacia la mujer acostada, con una mascara de oxigeno. La besa. La señora me mira. No me acerco, le digo como esta señora y me siento  estupido al preguntar eso. Bien mijo, me dice y veo sus ojos y recibo el mismo terror de esos ojos. Como has engordado, me dice. No, que va, es la ropa ancha, le contesto con ese chiste anormal. Ahora soy mas anormal aun. La señora susurra cosas y la mascara de oxigeno se llena de humedad y mi mujer le contesta y yo miro las paredes, un lavamanos, una jarra plastica color rosa viejo un armario color chocolate. Otro hombre que estaba alli me mira. Lo miro y no baja la vista. Le sonrio. El no sonrie. Creo que debo de decir algo y no digo nada. Mi mujer le acaricia la mano a la señora. Una mano aun bonita, con las uñas pintadas, la otra esta inflamada, parece que fuera a reventar. Miro el  techo. Salgo del cuarto. Respiro mientras busco el mismo elevador por el que subi. Me pierdo por pasillos que huelen a desinfectante. Pasa una mujer gorda vestida con ropa azul. Le pregunto. Me indica. Gracias, le digo. Me dan deseos de abrazar a esa mujer desconocida. Apretar su cuerpo gordo y decirle abrazame señora. Salgo. Se abre la puerta. El calor me golpea de pronto y me alegra. Me siento bien. Escribo un text message a mi mujer: estoy abajo, te espero. Lo envio. Recibo la respuesta: ok. Entro al carro. Pongo la radio. Estaba puesto un cd de Ney Matogrosso. A mi mujer le gusta mucho. Recuerdo la primera vez que me dijo mira, escucha esto y lo puso. No entendia casi nada, pero me gusto . Me gusto mas porque ella me lo mostraba y me miraba para ver mi reaccion y mientras Matogrosso cantaba yo recordaba su olor a miel. Llego mi mujer. Tiene los ojos rojos, ¿lloraste? le digo. No, me dice. La miro y me dan ganas de besarla en el cuello y sentir su olor y decirle no llores, no llores, asi tiene que ser, pero no digo nada y salgo del parqueo y pago los tres dolares que me pide el muchacho antes de abrir la barrera. Ahora tambien recuerdo aquel olor. Del carajo. Ese es el problema. Voy hacia el rio y me pongo con todo este lio. Siempre me pasa cuando conduzco por la 27 avenida. Es horrible, como casi toda esta ciudad y trato de no ver toda esta mierda. Suena el telefono. Es un amigo. Que vola me dice, quiere venir a la piscina con los hijos. Estoy lejos, le digo. Ok, otro día sera. Ok bro. Creo que no me cree. Siento mucho que no pueda venir a la piscina pero no se lo digo. En una luz un tipo se acerca a la ventanilla con un carton escrito: tengo hambre, dice el cartel. Siento asco por el tipo. Se que si le doy un dolar seria para drogas o cervezas. No le doy nada. Jodete cabron. El tipo me mira y veo que me dice el coño de tu madre. No lo dice pero yo siento que me lo esta diciendo de la misma forma que le digo jodete cabron. Esta bien, pienso, si a mi alguien me dice eso, tambien me cagaria en su madre. Estoy llegando a la 20 calle. Despues esta el puente. Paso una cafeteria horrorosa pintada de amarillo naranja. El olor a los chicharrones. Tengo hambre. Suena el telefono. Es mi mujer. Que haces, me dice. Nada. ¿A donde vas? No se, le digo. ¿Vamos a comer? ¿A donde? A donde tu quieras. Ok. Ok. Cuelgo. Cruzo el puente. Trato de mirar el rio. No se ve. Tiene barreras de concreto a ambos lados de la calle. En esta ciudad lo tapan todo, pienso. ¿Donde podriamos comer?

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