En este siglo que vivimos, nadie mínimamente
civilizado
puede creer que los rayos son enviados por un dios colérico o que un
terremoto
es un castigo a un pueblo que no siguió algún mandato divino o que un
tsunami
fuera la furia de Poseidón contra diminutos e insignificantes hombres.
Hoy
conocemos cómo funciona el Universo, las enfermedades, cómo combatirlas,
tenemos
una red de comunicaciones a todo nivel, mandamos naves a Marte, a la
Luna, nos
transportamos a velocidades que no podían ser imaginadas un siglo atrás,
hay
hombres viviendo en el espacio, nos sumergimos en los océanos más
profundos y
cada uno de esos intentos solo nos han dejado el insondable conocimiento
de la
soledad en que vivimos. Todo eso forma parte de nuestro diario vivir, es
nuestro sistema de vida, es lo común de nuestro día a día. Entonces, la
señora
Karen King, historiadora de la Harvard Divinity School, muestra al mundo
un
papiro, que parece fue hecho en el siglo IV, escrito en copto, traducido
del
griego en el siglo II, que contiene una línea que dice: Jesús les dijo:
mi
esposa.... Esa frase encendió la polémica en el mundo. O sea, que
todavía hoy,
con todo lo que sabemos, que Jesús fuera o no un hombre que disfrutó de
una
mujer, levanta actitudes, se discute, se niega, se afirma. Hoy eso
continúa siendo importante. La idea de un ser divino que vivió entre
nosotros, murió y resucitó, es creída al pie de la letra. Sabemos cómo
se
transmite el sonido, se usan las computadoras para infinidades de
objetivos y
creemos en la serpiente del Paraíso y Mamá Eva instando a Papá Adán a
morder la
fruta prohibida. Creer en las escrituras sagradas es como darle a Julio
Verne
(por decir alguno) categoría extraterrenal. Que uno o un grupo de
hombres haya
escrito un libro en una época, contando cosas de su tiempo y por
supuesto,
usando la imaginación que los escritores tienen, no significa más que
una
historia contada, arreglada, por el capricho y la intención de quien la
escribe. Jesucristo fue un hombre adelantado a su época, con ideas
sociales que
nadie antes había manifestado y mucho menos transmitido. Y por ser un
revolucionario de su tiempo, por romper con cánones, ideas absurdas y
tratar de
cambiar el sistema establecido, murió asesinado por la brutalidad, el
poder y la ignorancia. Todo lo demás son leyendas utilizadas de diferentes
formas, cada una apoyada en algo que es inevitable: la época en que fueron
contadas. Si fue casado o no, ¿cuál sería la diferencia? ¿Cómo podemos vivir
todavía siguiendo ideas, conceptos, de tiempos inmemoriales? Si Jesús tuvo una
esposa, supo lo que es cajita de dulce guayaba; si no la tuvo, de verdad que el
hombre era un visionario, no me cabe la menor duda.
Bueno Marco, te diré que estoy de acuerdo en todo lo que dices. También hoy día, que persiste aún en muchos individuos el concepto del racismo creyéndose los hombres blancos superiores a los negros, se sabe que si Dios existió e hizo a Adán a su imagen y semejanza, Dios tuvo que ser negro, pues está más que verificado y comprobado científicamente que los primeros hombres eran negros salidos de África. Y también quería señalarte Marco que nosotros pensamos en un Dios que existió o no en el pasado, pero la cuestión estriba que en que los creyentes de religiones evangélicas o Protestantes consideran que Dios existe en el presente y actúa directamente sobre cada individuo y sobre todo en la Tierra modificando las cosas según su divina voluntad. Y por supuesto, tienen como presentes actualmente no solo a Dios sino también al Diablo, que es el que impulsa a la gente a los conceptos científicos para alejarlos de Dios. He visto que actualmente hay una diferencia acentuada entre los Católicos y los Protestantes. Los Católicos hicieron su nueva Biblia en la que hablan sobre el Big Bang, la teoría de la Evolución de las especies, las leyendas narradas en el Antiguo Testamento, y que Dios creó a Adán y Eva y los dejó en la Tierra a su libre albedrío, y los Protestantes, que no han actualizado la suya, y siguen enfatizando más que antes al pie de la letra todo lo escrito en ella.
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