Sunday, September 23, 2012

Saudades

                                                   foto: mariana agüero


Tengo saudades de mí, me dijo y lloviendo fuimos al mar. Lo mejor era la soledad. Lo mejor era ella tomando fotos de sus pisadas en la arena y las olas que nos empapaban. Todo esta tan lejos, pero lejos. Después de ti no queda nada en la memoria, porque mi mundo se convirtió contigo. Ella buscaba caracoles, pedazos rotos de desechos lanzados por las aguas y cantaba. Me ignoraba un poco buscando su mejor perfil, su cara de sombrero. Tengo ganas de orinar,  dijo. Buscamos el baño y en el eco, nos gritábamos. Reía porque esa tarde dejamos atrás las cosas por las que no reímos. Y yo llevaba su cartera y sus Crocs y las llaves, montones de llaves y mi celular, mientras equilibraba los pantalones que se me caían. Un barco a lo lejos. Otro. Mojó su pelo con la espuma y no me dió tiempo a la foto. También a mí se me alejo todo. Solo quedas tú. No se lo dije, le grite: en aquellas rocas las fotos pueden ser espectaculares.  Dejó de llover. El salvavidas nos miraba desde su caseta, aburrido. Cantamos una canción antigua, ridícula y linda. No hablemos nada, me dijo. Y la canción desafinada y el sonido de las olas y las gaviotas. Volvió a llover. Vámonos ya, susurró. Y nos montamos en el carro y bajamos las ventanillas y seguimos cantando. Después llegamos a la casa. Solo quedas tú, le dije. Entonces toda la ropa mojada y llena de arena, la pusimos en la lavadora. Que frio, me dijo.

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